Para poder entender cómo nos relacionamos los mexicanos con el poder no existe nada como revisar nuestra historia. Podemos ir a las raíces más antiguas, pero basta con entender lo que ha sido la política en los últimos 140 años, es decir, fijar nuestra atención a la historia contemporánea. Veremos que la tendencia predominante desde el Porfiriato hasta los años recientes es el autoritarismo, pues con la excepción de Madero, quien gobernó de 1911 a 1913, todos los gobiernos han sido autoritarios, todos simularon no serlo y hablaron de ser democráticos.
Con Cárdenas se dieron las dos piezas fundamentales del sistema político vigente de 1940 a 2018: la presidencia y un partido hegemónico. Además, Cárdenas estableció la regla de oro por la que el presidente saliente tenía la facultad de designar a su sucesor, pero también tenía la obligación de no volver a intervenir como un poder dominante en el gobierno.
Tuvimos que esperar sesenta años para que se respetara por primera vez en el año 2000 la primera alternancia, es decir, un partido de oposición pudo vencer al partido en el gobierno. De 2006 a 2012 gobernó el bloque conservador de PRI y PAN (Prian, como lo llamaban sus enemigos).
En 2018 se da otra alternancia y se permiten elecciones libres, gana AMLO, que inaugura un nuevo régimen, ahora con una sorprendente buena relación con Estados Unidos, que apoyó al PRI desde su fundación hasta esta segunda alternancia.
Por lo tanto, los años de la democracia han sido muy escasos y nada asegura que en la cultura del pueblo mexicano no subsistan tendencias autoritarias, a pesar de que la democracia es la única posibilidad, así sea remota, de reducir la desigualdad y la corrupción, que son lo peor de la tendencia autoritaria.
Poder entender la fragilidad de la modernización política que finalmente cumple cuatro años es indispensable para comprender el momento que vivimos y la perspectiva futura. Es muy significativo que la oposición conservadora reclame al gobierno actual que es en realidad un régimen autoritario y casi tiránico a pesar de que en su breve término ha garantizado elecciones libres y justas, y ha respetado los derechos políticos más importantes. La gran pregunta está en si este gobierno y los que lo sucedan podrán mantener el respeto a la naciente democracia o volverá a crecer entre nosotros el autoritarismo.