El suicidio es la cuarta causa de muerte entre los adolescentes y jóvenes de 15 a 29 años en el mundo, después de los accidentes de tránsito, violencia y tuberculosis, alerta la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En México, 6 por ciento de la población de 10 a 19 años, es decir, poco más de 1.3 millones, reportó haberse hecho daño con el fin de quitarse la vida, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2020. Esto representa un incremento de casi el doble frente al 3.9 por ciento detectado en la Ensanut 2018-2019. Además, 40.5 por ciento de las mujeres y 26.8 por ciento de los varones que han intentado provocarse la muerte lo hicieron en 2020.
La ideación o el pensamiento suicida también va al alza. Se estima que 6.9 por ciento de los adolescentes mexicanos han tenido algún pensamiento suicida en su vida, “cifra significativamente mayor al 5.1 por ciento” notificado en la Ensanut 2018-2019.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) alerta que las tasas de autolesiones, suicidio y ansiedad entre niños y jóvenes en el mundo son alarmantemente altas. Se estima que a escala global, más de 20 por ciento de los adolescentes sufren trastornos mentales, y el suicidio ya es la segunda causa de muerte entre los muchachos de 15 a 19 años, mientras cerca de 15 por ciento de los adolescentes de países de ingresos medios y bajos se ha planteado quitarse la vida.
Es un problema de salud pública global prevenible y está asociado a múltiples causas, que incluyen la salud mental y el contexto social y familiar, por lo que pueden aplicarse medidas efectivas para evitarlo.
Justamente en el Hospital Juárez de México se han desplegado acciones para inhibir estas conductas. David Hernández Guzmán, sicólogo de la Unidad de Salud Mental de dicho nosocomio, explica que desde hace dos meses se creó una “clínica para el adolescente con intento suicida”. No sólo son captados después de un episodio de este tipo, referidos por el servicio de toxicología tras haber ingerido alguna sustancia con intento de dañarse, sino antes de intentarlo siquiera. Hasta ahora se han recibido seis pacientes.
A estos adolescentes se les brinda “entrenamiento en habilidades de afrontamiento, control emocional y del impulso y también de restructuración cognitiva que ayude a vivir una vida más satisfactoria y sin desajustes emocionales o sicológicos”.
El especialista destaca que “el suicidio tiene muchos factores asociados, y los problemas mentales son unos de los más importantes para evaluar el riesgo. Una persona que ha pensado quitarse la vida generalmente cumple criterios para el diagnóstico de uno o más trastornos mentales, como depresión, ansiedad o trastornos del control de impulsos o de la personalidad. Abordar el suicido es atender los factores de riesgo”.
Diana Tejadilla Orozco, directora del Modelo de Atención en Salud Mental de la Secretaría de Salud (Ssa), expone que antes quienes optaban por quitarse la vida eran adultos mayores que tras la jubilación no tenían expectativas de vida, pero ahora son los jóvenes de 15 a 29 años y, sobre todo, los varones de entre 20 y 24 los que están tomando esta decisión.
La experta señala que hay ciertas conductas que pueden ser una señal de alarma. Entre los niños y adolescentes, cuando están deprimidos “se muestran muy irritables o inquietos, no quieren comer o comen en exceso. Se niegan a hacer actividad física, sólo quieren mirar televisión o jugar videojuegos, pueden tener un comportamiento grosero o hacer berrinches”.
Refirió el caso de un menor de ocho años que intentó terminar con su vida, “y a veces no vemos o minimizamos las señales. Se piensa: ‘es para llamar la atención, lo hace para chantajearme o ya me agarró la medida. ¡Pues no importa!: por algo está llamando tu atención”.
Hay que reflexionar “por qué un niño, un adolescente te quiere chantajear; hay que pensar en qué estoy haciendo o qué no estoy haciendo para que quiera hacerlo. Algo está mal, y no es culpa del niño ni del adolescente”.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) indican que en 2020, el país alcanzó una cifra récord de mil 160 muertes autoprovocadas en menores de 10 a 19 años. El número se eleva a 3 mil 453 entre las personas de 10 a 29 años.
Un informe reciente de la Subsecretaría de Derechos Humanos, Población y Migración de la Secretaría de Gobernación sobre el impacto de la pandemia de covid-19 en niños y adolescentes apunta que la tasa de suicidios en este grupo de edad aumentó 12 por ciento. Pasó de 4.6 a 5.1 por cada 100 mil habitantes entre 2019 y 2020, por lo que “llegó a un máximo histórico”.
La muerte por voluntad propia entre niñas y niños de 10 a 14 años aumentó 37 por ciento y 12 por ciento más para las adolescentes de 15 a 19 años.