Ciudad de México. Cada semana, Récord Guinness recibe unas mil solicitudes para registrar hazañas. La organización que desde hace 65 años se dedica a reunir su célebre archivo de actos asombrosos y maravillas en el mundo, concedió a la Ciudad de México una marca con la clase masiva de boxeo en el Zócalo, donde participaron 14 mil 299 personas. Un nuevo hito que derribó con amplitud la concentración de 3 mil 200 que se realizó hace cinco años en Rusia.
GALERÍA: Clase masiva de boxeo en el Zócalo rompe récord Guinness.
Había confianza en alcanzar la meta. En distintos ámbitos, los organizadores decían que no sólo era posible romper el récord ruso, sino reunir mucho más. Al final de cuentas, se recordaba que México es un país de boxeo. Es decir, de una fuerte tradición de aficionados y de numerosos ídolos.
“Lo traemos en la sangre”, repetían unos jóvenes que calentaban para la clase.
Por eso ganaron el primer round desde las inscripciones, cuando se volcaron de manera tumultuosa para conseguir un cupo en la plancha del Zócalo. Los interesados en participar sumaron de inmediato las 40 mil solicitudes. Por razones operativas, el Zócalo de la CDMX no podía albergar a tantos.
Gimnasio descomunal
Desde las seis de la mañana del sábado y aún a oscuras, los practicantes ya ocupaban la plaza histórica, punto de encuentro político y ritual de esta ciudad que ahora sería la versión descomunal de un gimnasio de boxeo. Organizados en tres grupos, unos vestían de verde, en medio los de blanco y al otro lado los de rojo para formar una gran bandera sobre la plancha. Había de todo. Niñas con coletas que quieren ser como Mariana Juárez o que admiran al Canelo Álvarez, miles de jóvenes entusiastas y gente madura y desbordada de bríos.
Valentina Rebollo, una pequeña de 11 años con bata de boxeo en color rosa, tiraba volados y esquivaba golpes imaginarios como las peleadoras a quienes admira. La mirada y su gesto reflejaban que para ella esa clase iba muy en serio. Seguía concentrada en las indicaciones junto a su padre, Christian, quien contó orgulloso que en el cumpleaños reciente de su hija, ella eligió la temática de la fiesta. Todo estuvo relacionado con el boxeo. El pastel, la piñata, indumentaria, todo aludía al deporte que aquí los convocó.
En un templete frente a Catedral, los conductores de los ejercicios daban las instrucciones a los púgiles, quienes debían entrenar durante 30 minutos ininterrum-pidos. Si alguien se detenía era descalificado. No podían anular al 10 por ciento de los congregados o el acto no tendría validez. Una serie de observadores estaban aten-tos para que se cumplieran las reglas y el representante de los Guinness, tabla en mano y con playera distintiva, caminaba entre la multitud con la mirada escrutadora.
Para el arranque de esta hazaña multitudinaria, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, dio la bienvenida vía remota, pues hace unos días publicó en sus redes que dio positivo al covid-19.
“Este es un acto inédito”, dijo Sheinbaum de manera virtual; “hoy representan a esta ciudad y a este país ante el mundo. No dejen que el cansancio se imponga a su voluntad, porque están a punto de hacer historia”
La euforia y alegría se apoderó de todos los participantes al hacerse oficial el histórico registro de la clase masiva de boxeo más grande del mundo, en un deporte que llevamos en la sangre. Foto @DeporteCDMX y María Luisa Severiano.
Entre leyendas
En el escenario, las pioneras del boxeo femenil Mariana Juárez y Ana María Torres, acompañadas de David Picasso, alternaron como instructores durante la clase. Pero había decenas de campeones para amenizar, púgiles activos y otros inolvidables. Estaba el primer monarca mexicano de peso pesado Andy Ruiz, junto a la memorable Jackie Nava; al lado de ellas, sudaban las viejas leyendas del cuadrilátero, por acá Lupe Pintor, enseguida Humberto Chiquita González y Érik Terrible Morales.
“No se detengan. Un round más, jab, jab, volado, upper, bending, upper, upper”, les indicaba Mariana Juárez, mientras las fuerzas disminuían al paso de los minutos.
Cuando cumplieron el tiempo reglamentario, los participantes intuían que habían conseguido el récord, aún no era oficial, pero se desbordaron en gritos y locura, lluvia de papel picado y el Cielito lindo a garganta plena aunque aún no se conociera la cifra final.
“Sí se pudo, sí se pudo”, gritaban todos en el Zócalo.
“Hay que esperar a los jueces de Guinness para que lo certifiquen con el número definitivo”, dijeron desde el escenario. Empezó la cuenta y la ansiedad. Pasaban los minutos, casi una hora y no llegaba el sobre con el documento oficial.
Los jueces de Récord Guinness deliberaban para definir el resultado ante testigos. Todo un ritual y un proceso para certificar una hazaña. Alrededor de las 11 de la mañana, por fin se había llegado al conteo final en el Zócalo y era oficial que había nuevo récord.
El representante de Guinness lo anunció: “Después de revisar la evidencia ante testigos, podemos confirmar que la cifra oficial de la clase masiva de boxeo en la Ciudad de México es de 14 mil 299 participantes”. Y aquello fue todavía más ensordecedor.
La jefa de Gobierno volvió a conectarse vía digital para felicitar a los participantes. Exclamó eufórica aunque con la voz ligeramente ronca. “Estoy muy emocionada. Ustedes, todas y todos los que participaron lo consiguieron. ¡Viva la Ciudad de México! ¡Viva México! ¡Viva el boxeo!”, celebró Sheinbaum.
Uno de los invitados, Miguel Alacrán Berchelt, reflexionó sobre lo que ahí ocurría. Hace más de un año perdió de manera dramática su campeonato mundial superpluma y desde entonces está convencido que volverá a sus manos. Una mentalidad de peleador de cepa. Por eso, dijo, nunca tuvo dudas de que se rompería el récord. El pueblo mexicano, recordó, vive como ninguno el boxeo. Es la pasión colectiva.
“A los mexicanos nos encanta el boxeo. Hay algo que nos identifica con ese deporte. Tal vez porque estamos acostumbrados a sobreponernos a las tragedias, sufrimos terremotos y huracanes, y nos levantamos unos con otros. Recibimos golpes muy duros y tarde o temprano nos ponemos de pie. Por eso nunca tuve duda que seríamos muchos miles. Sólo nosotros, un pueblo como el nuestro, podía imponer un récord de boxeo”.
{#page_link_next}