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2022-06-19 06:00

Fomentar entre jóvenes la siembra de nopal, un gran reto en Milpa Alta

Ausencio Medina, protegido con gruesos guantes, cosecha los nopales cuando ya están listos para ser llevados al centro de acopio para su venta. Foto Yazmín Ortega Cortés
Periódico La Jornada
domingo 19 de junio de 2022 , p. 25

Desde hace un año, con el propósito de dar un valor agregado a los cultivos de nopal en Milpa Alta –que se han visto disminuidos a la mitad en poco más de una década–, jóvenes universitarios fundaron una cooperativa para procesar la cactácea y convertirla en harina para tortilla y pan.

Por medio de la Secretaría del Trabajo y Fomento al Empleo de la Ciudad de México lograron obtener un apoyo de 50 mil pesos, con el que adquirieron un molino o pulverizador, pero es sólo el arranque de un proyecto que ambiciona involucrar a más habitantes de la comunidad, generar empleos y con una industria a partir del nopal de manera sustentable.

Despertar el interés en las nuevas generaciones

En San Francisco Tecoxpa, uno de los 12 pueblos de esta alcaldía dedicados a la producción de la verdura, Víctor Allende, uno de los socios, explica todo el proceso, desde que se le quita la espina hasta su deshidratación, molienda y producción, que por ahora se limita a cuatro kilos de harina a la semana.

“Hay quienes no quieren cultivar la tierra porque se les hace poco redituable, pero si le damos un valor agregado podemos despertar el interés de las nuevas generaciones por el campo”, y señala que están en la definición de la marca y el contenido nutricional para salir al mercado bajo el nombre de Sanoes.

Ismael Allende, quien apoya en las finanzas de la cooperativa, refiere que en Milpa Alta la mayoría de la población sale a trabajar al centro de la ciudad, en lo que significa un enorme viaje diario. “¿Para qué ir hasta allá a buscar oportunidades, si aquí las podemos generar? Tenemos la materia prima”.

Agrega que de allí salió la idea de “reunimos una bióloga, un ingeniero industrial y un productor, y nos planteamos qué podíamos hacer con el conocimiento técnico y empírico que hemos adquirido, y ahora hacemos investigación de cada proceso, mandamos muestras al laboratorio para sacar un producto más saludable”.

La producción ha sido desplazada por Morelos

En el paraje Minas, ubicado a medio kilómetro del casco urbano del pueblo, don Ausencio Medina Flores, quien todos los días sale al alba a su cultivo, advierte: “si no se rescata este cultivo mi generación será la última que se queda en el campo.

“Los abuelos, los papás no querían vender sus terrenos, aunque estuvieran enfermos y sin dinero, ahora los hijos apenas los heredan los malbaratan o los rentan. Entre 20 mil y 25 mil pesos rentan una parcelita por todo el año.”

Milpa Alta es conocida por ser la cuna del nopal y hasta hace unos años era la principal productora de la cactácea del país, pero fue desplazada por el estado de Morelos, a tal grado que hasta en el propio centro de acopio de la alcaldía se vende la verdura cultivada en parcelas de aquella entidad.

El ingeniero agroindustrial Pablo Dimas explica que al igual que ha ocurrido en otros poblados, aquí la gente vende sus terrenos para fraccionar y construir viviendas, por lo que es un paisaje común ver en las faldas de los cerros pequeñas casas precarias entre los sembradíos de las nopaleras delimitadas por bardas de piedras.

De acuerdo con el Anuario Estadístico de la Producción Agrícola de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), en 13 años se ha perdido la mitad de los terrenos dedicados al cultivo del nopal en esta alcaldía, cuya producción en el mismo periodo ha disminuido en 30 por ciento.

En 2007, Milpa Alta tenía 4 mil 327 hectáreas sembradas con esta verdura, con una producción de 294 mil 757 toneladas, cifra que disminuyó en 2020 al contar con 2 mil 234 hectáreas con 205 mil 360 toneladas.

En medio de su sembradío, don Ausencio cuenta que el nopal es un cultivo dócil, ya que después de la siembra, en dos meses, se pueden empezar a cosechar los primeros retoños sin más cuidados que con el riego de abono orgánico, pero el problema al que se han enfrentado durante muchos años ha sido el control de las plagas.

A estos inconvenientes se suma el bajo precio de los nopales, el cual depende de la oferta y la demanda en el centro de acopio. “Si está lleno de producto y hay poca gente para comprar, el precio se cae. Ahorita dependiendo del tamaño, la caja de 200 piezas de nopal grande está entre 80 a 100 pesos, y el cambray, la caja de 500 piezas tiene un costo de entre 150 a 200 pesos”.

El productor comenta que a diferencia de sus ancestros, que cultivaban la tierra sólo a partir de su conocimiento empírico, él se ha acercado a las nuevas generaciones de profesionistas para ir más allá de la venta de las pencas del nopal. “Con los años, aprendí que para que el nopal rinda hay que invertirle, si lo dejamos a la buena de Dios y no queremos gastar, no da, por eso es que muchos han dejado de cultivarlo”.

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