La guerra en Ucrania, sumada al impacto de la pandemia, aumenta el riesgo de revertir muchos de los logros en materia de bienestar alcanzados en las últimas décadas en América Latina y el Caribe, así como profundizar los desafíos preexistentes, advirtió Katherine Scrivens, analista de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
En un seminario virtual reportó que en América Latina y el Caribe la pobreza alcanzó durante el primer año de la pandemia su nivel más alto desde 2008 y la pobreza extrema revirtió los avances que desde 2000 se habían tenido en mitigarla. No se descarta que con la invasión rusa a Ucrania, estas métricas se deterioren más, abundó.
Al detallar cómo se han movido algunas de las medidas con las cuáles la OCDE desarrolla los indicadores de bienestar, exhibió que la satisfacción con la vida en América Latina cayó 7 por ciento a raíz de la crisis por el coronavirus, un revés que ha borrado todos los avances registrados de 2006 a 2019.
Incluso, en el conjunto de países de América Latina y el Caribe, donde se levantan los indicadores de bienestar, el apoyo social –la proporción de personas que tienen amigos o familiares con los que pueden contar en momentos de necesidad– también cayó de 87 por ciento en 2019 a 83 por ciento durante el primer año de la pandemia.
“El impacto de la crisis ha sido asimétrico entre los ciudadanos, afectando especialmente a los grupos más vulnerables”, puntualizó Scrivens, mientras mostraba que las caídas más pronunciadas en los indicadores de bienestar se han dado entre mujeres, los residentes de zonas rurales , la población joven y las personas con menor nivel educativo.
Nathalia Montoya, también analista de la OCDE, exhortó a las dependencias encargadas de las finanzas públicas a realizar todo el ciclo presupuestario tomando en cuenta métricas de bienestar, con el objetivo de dar prioridad y atajar las situaciones que más afectan a la población.