Muy de mañana, el martes, cuando recibiría en audiencia en la Ciudad de México a expresidentes del Partido Revolucionario Institucional, algunos de los cuales promueven su renuncia al cargo, Alejandro Moreno Cárdenas, autodenominado Alito, se enteró de que varios vehículos con policías estatales habían llegado al exterior de su enorme residencia en la ciudad de Campeche.
No pasó nada, en apariencia. O aún no. La visita policiaca correspondió a “inspecciones” oculares (no un cateo, todavía) en relación con las carpetas judiciales que se integran contra Alito en la entidad que gobernó antes de pasar a dirigir el PRI.
Y, en la reunión con varios de sus antecesores, capoteó como pudo los “planteamientos” de que renuncie al cargo, aunque no puede asegurarse que la pretensión de deponerlo vaya a menguar. Con su estilo estridente, Moreno aseguró que seguirá hasta el final de su mandato (si antes no se le atraviesa alguna orden de aprehensión y un proceso en forma, advierte esta columna aguafiestas).
En Toluca, como consecuencia del aleteo morenista dominical, se produjo otro efecto mariposa: Alfredo del Mazo, en una jugada que ya se verá si busca consolidar un futuro puesto diplomático o hacer sonar trompetas de guerra de la élite priísta hacia 2023, relevó a su secretario general, Ernesto Nemer, y colocó al peñista Luis Felipe Puente, quien, con el político encopetado (EPN), fue secretario de transporte a escala estatal y coordinador de Protección Civil en la administración federal.
Nemer ha cruzado las aguas estancadas de la política mexiquense, sexenio tras sexenio (diversas corrientes del mismo grupo en el poder: los mismos, en repartidora disputa con ellos mismos): de Emilio Chauyffet al actual gobernador, en diversas secretarías; como diputado local o federal, o coordinador de campañas al gobierno estatal.
Su salida hace pensar que queda burocráticamente libre para buscar la candidatura al relevo del holográfico Del Mazo, con el apoyo de grupos políticos poderosos que se niegan a que la plaza sea entregada a Morena, como los indicios sugieren hasta ahora. Tiene enfrente la precandidatura de Alejandra del Moral, secretaria de Desarrollo Social en el gobierno estatal, y, dado que irían en alianza con Acción Nacional, al panista Enrique Vargas. Otra versión asegura que Nemer sale en malos términos con Del Mazo; ya se verá el desenlace.
En secuela de lo sucedido el domingo en Toluca, Ricardo Monreal declaró ayer en entrevista (https://bit.ly/3Oht56M) que no fue invitado a un desayuno en la capital mexiquense, antes del acto masivo, porque no se deseaba que se enterara de lo allí acordado, con participación de secretarios de Estado: la estrategia rumbo a las elecciones en el Edomex y Coahuila en 2023, y la federal de 2024, así como la renovación de las dirigencias estatales y municipales, el papel de los gobernadores en funciones y la incorporación de las perdedoras en recientes contiendas.
El zacatecano dijo que en su contra se desataron intrigas palaciegas no tanto por su rechazo a la candidatura de Claudia Sheinbaum en 2017, decidida mediante encuestas de las que desconfía plenamente, sino por la pérdida de cargos electorales en la Ciudad de México en 2021. “No acepté ser chivo expiatorio de esa derrota”, señaló.
En el tema de 2017, asegura, durante horas habló con López Obrador, quien le habría pedido que siguiera en Morena. A esas alturas, reveló, estuvo “cerca” de ser candidato de una coalición opositora (integrada por PRI, PAN, PRD y el Verde), para buscar la jefatura del Gobierno capitalino, contra la abanderada de Morena, Sheinbaum.
Rechazó ser un traidor al movimiento encabezado por López Obrador y se preguntó dónde estaban, años atrás, algunos de los neomorenistas que se convierten en rudos descalificadores de constructores del partido. “Aferrado”, aseguró, a seguir peleando dentro de Morena, recomendó: “no se ofusquen, nos van a necesitar a todos”. ¡Hasta mañana!
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