Nueva York. Donald Trump estaba cada vez más “despegado de la realidad” durante y después de su derrota electoral, y fue informado repetidamente que era falso que su triunfo hubiese sido robado por fraude electoral, testificaron su ex procurador general de justicia y abogados de su campaña ante el comité del Congreso que investiga los eventos que llevaron al intento de golpe de estado el 6 de enero de 2021.
La segunda audiencia pública del Comité Selecto de Investigación sobre el Asalto al Capitolio del 6 de enero se enfocó sobre la promoción de la llamada “gran mentira” de Trump, de que su triunfo electoral fue robado por un fraude y cómo eso culminó con el asalto violento al Capitolio por sus seguidores para frenar el proceso de verificación del voto nacional.
Trump “traicionó la confianza del pueblo estadunidense, ignoró la voluntad de los votantes e intentó permanecer en su puesto después de que el pueblo votó para sacarlo”, declaró el presidente del comité selecto, el demócrata Bennie Thompson, al empezar la sesión. Señaló que el enfoque de ayer fue narrar cómo Trump “perdió una elección –y sabía que perdió– y como resultado de su derrota, decidió lanzar un ataque contra nuestra democracia”, y eso fue “la mecha que llevó a la violencia horrenda del 6 de enero”.
Fue nada menos que el ex procurador general y jefe del Departamento de Justicia de Trump, William Barr, quien en testimonio videograbado y transmitido públicamente por primera vez calificó las afirmaciones de Trump sobre un fraude de “tonterías”, le informó a su jefe varias veces que carecían de todo sustento, y concluyó que Trump en los días después de la elección se “había despegado de la realidad si en verdad creía en todo eso”.
La sesión continuó con varios ex funcionarios de la Casa Blanca, abogados, estrategas y el jefe de su campaña Bill Stepien –algunos presentes y otros a través de declaraciones grabadas ante el comité– narrando cómo el presidente, a pesar de ser informado repetidamente por ellos de que no había evidencia de fraudes e irregularidades en la elección, decidió promover su versión falsa y expresó furia contra aquellos en su propio gobierno y equipo que no aceptaban sus afirmaciones. “Tienes que odiar a Trump” por insistir que no había ganado, le dijo una vez a Barr, hablando de sí mismo en tercera persona.
Varios de sus asesores le habían indicado la misma noche de la elección que no podía declarar su triunfo. La diputada republicana Liz Cheney, vicepresidenta del comité, resumió que esa noche de la elección, “Trump rechazó el consejo de los expertos de su campaña (…) y en su lugar siguió el curso recomendado por un Rudy Giuliani aparentemente borracho”.
Así fue como esa noche Trump declaró: “este es un fraude al pueblo estadunidense. Es una vergüenza para nuestro país (…) ganamos esta elección”.
La “gran mentira” continuó creciendo en los días después de los comicios, nutrida por inventos de nuevas evidencias sobre el supuesto fraude, incluyendo desde el traslado de votos falsos en una maleta inexistente en Georgia hasta la famosa acusación de que las máquinas de votación Dominion, empresa supuestamente vinculada con “comunistas venezolanos” incluido Hugo Chávez (quien había fallecido siete años antes de esa elección), habían sido programadas para cambiar votos emitidos en favor de Trump en votos para su opositor Joe Biden, entre otras.
El comité tambien reveló que la campaña electoral de Trump, después de la contienda, logró recaudar 250 millones de dólares para un “fondo oficial de defensa de la elección” que nunca existió, y los recursos se canalizaron a los hoteles de Trump y a su propio comité de acción política Save America PAC. Esto fue “una estafa” de sus propios simpatizantes, afirmó la diputada Zoe Lofgren, una de las integrantes del comité de investigación.
Entre otros testigos presenciales estaba uno de los abogados electorales republicanos de mayor prestigio, Benjamin Ginsberg, quien fue parte del equipo legal de George W. Bush, que ganó la disputa legal sobre la elección de 2000 contra Al Gore, y quien ayer declaró al comité que las acusaciones pos-electorales de Trump carecían de sustento legal.
Al Schmidt, comisionado de elección republicano que continuó ejerciendo su deber contando votos en Pensilvania contra los deseos de Trump, se presentó ayer ante el comité, donde se recordó cómo después de que el entonces presidente tuiteó que ese funcionario era un republicano desleal y que estaba ayudando a los “medios falsos” al rehusar declarar fraude, recibió amenazas de violencia no sólo contra él, sino contra su esposa y sus hijos.
Esta segunda audiencia es parte de una serie de un total de seis programadas por el comité selecto para presentar las conclusiones de su investigación realizada a lo largo de casi un año, en la cual entrevistó a más de mil testigos y evaluó cientos de miles de documentos y material audiovisual.
La próxima audiencia pública está programada para mañana.