París. La primera vuelta de las elecciones legislativas asestó ayer un revés al presidente francés, Emmanuel Macron, cuya alianza centrista empató con el frente de izquierdas y podría perder su mayoría absoluta tras la segunda vuelta del 19 de junio.
La alianza Juntos, de Macron, y la Nueva Unión Popular Ecológica y Social (Nupes), encabezada por Jean-Luc Mélenchon, obtienen cada una alrededor de 25.7 por ciento, según datos provisionales del ministerio del Interior, que otorga ya un diputado electo a cada una.
Con el sistema de dos vueltas, que se aplica en 577 circunscripciones de todo el país, el voto popular de la primera ronda no es un buen indicio de quién obtendrá finalmente la mayoría el 19 de junio, cuando se celebre la segunda.
“Es una advertencia muy seria para Macron, son 7 puntos menos que en 2017 y la mayoría (absoluta) no se da por hecho”, declaró el politólogo Brice Teinturier en la cadena France 2, para quien la sociedad buscó “requilibrar” la elección presidencial.
Los comicios son claves para el mandatario relecto el pasado 24 de abril y que necesita una mayoría absoluta para poder aplicar sin problemas su programa de corte liberal.
Pero, por primera vez en 25 años, los principales partidos de izquierda –ecologistas, comunistas, socialistas y Francia Insumisa (izquierda radical)– decidieron concurrir en un frente unido, liderado por Jean-Luc Mélenchon.
Para la izquierda, el presidente fue relegido en abril no por su programa, sino porque los franceses lo votaron para evitar la llegada al poder de su rival de extrema derecha Marine Le Pen en virtud del llamado “frente republicano”.
“Ante este resultado, y la extraordinaria oportunidad que nos ofrece, y al destino de la patria común, llamo a nuestro pueblo a derrotar la desastrosa política de la mayoría, de Macron el próximo domingo”, dijo Mélenchon a sus partidarios.
“El partido presidencial está derrotado”, afirmó el dirigente, quien llamó a la movilización en la segunda vuelta “para rechazar definitivamente los funestos proyectos de la mayoría de Macron”.
“Por primera vez en la V República, un presidente recién elegido no logra obtener la mayoría en las elecciones legislativas inmediatamente posteriores”, recordó.
Lo que está en juego es la capacidad de Macron para aprobar su programa de reformas, incluida la de las pensiones y aplazar la edad de jubilación de los 62 a los 65 años, y que, según él, es esencial para restablecer el orden en las finanzas públicas. Sus oponentes de la izquierda presionan para recortar la edad de jubilación y lanzar una gran campaña de gasto.
Mélenchon, de 70 años, quien se quedó a las puertas de la segunda ronda presidencial con casi 22 por ciento de votos, presentó estos comicios como una “tercera vuelta” y busca convertirse en “primer ministro”, algo difícil de lograr sin mayoría.
El sistema electoral francés vuelve complicado hacer proyecciones claras de los resultados. Los electores deben escoger al diputado de su circunscripción –577 en total–, mediante un sistema mayoritario uninominal a dos vueltas.
Sin embargo, según los institutos de opinión, tras la segunda vuelta del 19 de junio, las fuerzas que apoyan al presidente lograrían entre 255 y 295 escaños, seguidas de la Nupes (150 a 210). La mayoría absoluta se ubica en 289 diputados.
“Somos la única fuerza política capaz de obtener la mayoría en la Asamblea Nacional; tenemos una semana para convencer”, aseguró la primera ministra Elisabeth Borne, quien pidió una mayoría “fuerte y clara” para el oficialismo.
“Las proyecciones parecen buenas, aparentemente, para Nupes”, sostuvo el ministro de Asuntos Europeos, Clement Beaune, sobre la primera ronda. “No niego los resultados, pero no sabemos exactamente de quién es la ventaja”.
La movilización es clave para el equilibrio final de fuerzas, máxime cuando los votantes de izquierda radical y de extrema derecha son más proclives a abstenerse. La abstención fue de alrededor de 52 por ciento, según el ministerio del Interior.
Tras la ronda del próximo domingo se conocerá si los franceses otorgan su confianza total a Macron y más de 289 diputados, si lo obligan a negociar con una mayoría relativa o si le imponen una “cohabitación”.
Francia ya ha conocido mandatos con un gobierno y un presidente de diferente signo político. La última cohabitación fue de 1997 a 2002, cuando el presidente conservador Jacques Chirac nombró primer ministro al socialista Lionel Jospin.
A diferencia de la presidencial, la ultraderecha –dividida– no llega en posición de fuerza, más allá de sus feudos en el norte y el sureste, y el tradicional partido de derecha Los Republicanos (LR) se juega su porvenir tras la debacle de abril.
Según los sondeos, LR mantendría entre 33 y 80 diputados, por delante de la Agrupación Nacional (RN) de Le Pen que con 10 a 45 escaños tendría posibilidades de formar grupo parlamentario. El ultraderechista Éric Zemmour quedó eliminado.
La líder de extrema derecha Marine Le Pen obtuvo más de 55 por ciento de los votos en su circunscripción, pero tendrá que presentarse a una segunda vuelta debido a las normas sobre participación mínima.
En caso de una mayoría relativa de Macron, LR se ve como “determinante” para sacar adelante leyes. Su presidente, Christian Jacob, avanzó que en caso de duelos entre Juntos y la Nupes aboga por llamar a no votar por la “extrema izquierda”.
El partido de Macron tampoco llamará a votar de forma generalizada por un candidato de la Nupes si se enfrenta a uno de la extrema derecha, sino “caso por caso”, ya que “algunos candidatos de la Nupes son extremos”.
Aunque el poder adquisitivo, en un contexto de alza de precios por la guerra en Ucrania, es la principal preocupación de los franceses, la campaña estuvo marcada por varias polémicas sobre la actuación de la policía, como el caos vivido durante la final de la Champions en el Stade de France.