La inflación sigue siendo muy elevada, en mayo registró un nivel general de 7.65 por ciento respecto al mismo mes del año anterior. Detrás de ese número hay una divergencia notable, pues los precios de los alimentos aumentaron 13.36 por ciento.
La carestía, obviamente, impacta de manera muy fuerte en las familias con menores ingresos. Cada mes que pasa se deteriora más esa condición. (Una muestra: La tortilla de maíz aumentó de precio 15.65 por ciento y la harina de trigo 23.51 por ciento).
En el país se estima que cerca de 40 por ciento de la población está en situación de pobreza laboral, es decir, que los ingresos del trabajo no alcanzan para la alimentación de la familia. Para cubrir la brecha de ingresos, se requieren otras fuentes de recursos asociados con programas sociales, transferencias diversas o remesas.
En el caso de los productos energéticos, en mayo la electricidad subió 8.84 por ciento; la gasolina magna 6.81 por ciento, aun con el subsidio que existe y el gas LP 2.36 por ciento.
El producto interno bruto creció en el primer trimestre del año a una tasa anual de 1.8 por ciento. Esta es la cifra en torno a la que convergen las previsiones para el final de este año. La expansión productiva es insuficiente y esa condición se agrava con la situación inflacionaria.
Con respecto a las perspectivas de crecimiento, el comportamiento del gasto en inversión productiva muestra sus límites. Si se toma como base el año 2013=100, el índice de la formación bruta de capital fijo se contrajo en 2020 hasta un nivel de 84.9, subió a 93 en 2021 y hasta marzo de este año no recuperaba el nivel de referencia.
El gasto en inversión en el país equivale a 20 por ciento del producto que se genera, y se estima que debe situarse cuando menos en 24 por ciento. Cada punto porcentual adicional de participación exige un esfuerzo significativo para alcanzar los recursos necesarios. Su efectividad depende de la asignación en proyectos de rentabilidad financiera o social suficiente y justificada.
Este es una de los aspectos más relevantes de la definición de la política pública y tiene una relación estrecha con los flujos de la inversión privada que ahora están contenidos.
Todo esto puede ordenarse en un marco temporal en el que confluyen las condiciones de índole micro y macroeconómico.
Usualmente se piensa en la dinámica de una determinada economía en términos de una función de producción. De manera simple esto expresa la capacidad de generar más producto con los recursos disponibles, por ejemplo, el capital existente derivado de las inversiones realizadas anteriormente (menos la depreciación) y los recursos del trabajo de los que se dispone, siendo este un factor no homogéneo.
Esto quiere decir que de alguna manera y en términos de los recursos utilizables, el presente está determinado por el pasado. Sólo mediante la generación de una mayor dotación de capital físico y de trabajo capacitado puede aumentarse la cantidad de producto.
Esto requiere de la inversión, el uso de recursos para ampliar la capacidad productiva: la acumulación de capital. En este caso las decisiones de inversión hoy están asociadas con la rentabilidad esperada, los criterios públicos pueden variar con respecto a los del sector privado, pero finalmente, debe haber una confluencia entre ellos que promueva el crecimiento como base para elevar el bienestar.
El precio del capital está, en efecto, determinado en el futuro, pues se asocia con los rendimientos esperados de la inversión que se hace hoy en un cierto tiempo.
Esta es la esfera financiera, en la que no se considera al capital en su expresión física (o tecnológica) sino en cuanto a su precio y a los flujos esperados de rendimiento, otra vez, en el futuro. Este asunto, se asocia con las expectativas. Afecta de modo específico a los criterios de inversión públicos y privados. Si este proceso no redunda en la productividad de la inversión su valor tiende a cero. De ahí la relevancia de los proyectos estratégicos de inversión que se han propuesto en esta administración.
Una tercera esfera que debe considerarse es la del dinero. Esta se refiere a los flujos de ingresos y egresos que provienen del capital existente y de las nuevas decisiones de inversión para ampliar la capacidad productiva (pasar de 20 a 24 por ciento del gasto de inversión con respecto al producto). Tiene que ver con las condiciones de endeudamiento y la capacidad de cubrir esas deudas.
La esfera del dinero se expresa en los flujos derivados de las decisiones de inversión. En este caso tienen que ver las cuestiones asociadas directamente con el mercado de dinero. Por lo tanto, con las políticas monetarias y la determinación de las tasas de interés por parte de los bancos centrales. Pero también con lo que hacen los bancos y otras muchas instituciones de distinto tipo que operan como intermediarios para establecer los precios y las cantidades para que ocurran las diversas transacciones. Este es el entorno del presente y, valga la redundancia, determinado en el presente.