Valientes de mostrar las entrañas, Marta Aura, Rubén Rojo Aura y Simón Guevara convirtieron un proyecto cinematográfico en un ritual familiar curativo al que llamaron Coraje.
A través de las líneas de un guion, de sus escenas y secuencias, la actriz y sus dos hijos se dijeron, por medio de un filme, lo que otrora no pudieron expresarse para curar heridas con las cuales tejieron una tela de celuloide para cobijarse mutuamente.
Coraje, que se presenta este martes en el marco del Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG), fue más que una película personal. Se convirtió en una forma honesta de decirse lo mucho que se quieren y respetan.
La historia versa sobre el conflicto que tiene una actriz (Marta Aura) que está perdiendo la vista por lo que teme salir de la compañía teatral a la que pertenece. Aunque años atrás, también pierde, de alguna manera, a un hijo (Simón Guevara), que ahora, a los 54 años, pretende recuperarse del alcoholismo regresando a la casa materna después de pasar varios años en Madrid.
En una de las más poderosas líneas del guion, la actriz sentencia: “No nací para ser madre. Nací para ser actriz”.
Marta Aura, una de las mejores actrices de este país, de verdad dijo eso a su hijo.
Coraje es ficción, “una catarsis familiar cinematográfica” en la que los personajes protagonistas están basados en la madre y el hermano del director, y están interpretados por ellos mismos. El guion “está inspirado en estas personas reales, en sus propias verdades. En esos momentos del pasado cuyos efectos todavía corren por sus venas... Una vez que la crisis había pasado y ambos se estaban redescubriendo mutuamente, fue el momento adecuado para filmarla”, afirmó Rubén Rojo, hijo menor de Marta Aura, quien posee poco más de 60 años en las tablas y los sets. Recordemos que es egresada de la Escuela de Arte Teatral de Bellas Artes y ha sido dirigida también por cineastas como Arturo Ripstein y Jaime Humberto Hermosillo.
En una charla por Zoom, La Jornada le pregunta: ¿En tus monólogos internos ha salido el tema de algún día no poder tener tus herramientas de trabajo como la vista, la memoria...?
Responde: “Comencé a pasar por una depresión fuerte al estar perdiendo la vista. Tenía miedo de no poder trabajar. ¿Qué sentido va a tener mi vida si ya no podía estar en los escenarios? A mí me gusta partir de desde adentro. Cuando empecé a perder la visión me dije: ‘Ya no podré ser actriz. ¿Qué voy a hacer?, ¿de qué voy a vivir? No me veo en la casita como mamá o abuelita tejiendo’. Para mí, es importante que mientras viva esté en un escenario o en una película, en algún monólogo o en una obra. Me siento afortunada de que, ahora con un problema en los ojos, pueda seguir actuando. He podido hacer obras, sigo con buena memoria y para leer me hacen (las letras) grandes. Memorizar me sigue salvando hasta ahora”.
Cine “que se cuenta con honestidad”
Rubén, Marta y Simón se animan a mostrar de qué color son sus vísceras porque comparten la misma visión del cine “que se cuenta con honestidad. Y ese era el objetivo desde un inicio: hacer una historia cercana en la que los personajes, al ser tan conocidos, pudieran tocar fibras cercanas a la realidad”, asegura Rubén, quien revela que el rodaje “fue un proceso muy duro, en el que, sin embargo, hubo plena confianza de parte de mi mamá y de mi hermano por mostrar nuestro interior al espectador”.
Marta confía en que la cinta pueda hacer reflexionar: “Todo artista habla de sí mismo porque la proyección sale de su alma, pero Rubén se fue más lejos porque cuenta la historia completa: entrañable al tiempo que dolorosa; pero esa es la labor del verdadero arte, tocarte tú mismo para poder tocar a otro”.
Rubén comparte a este diario sobre su catarsis: “Fue extraño porque en realidad el aprendizaje no llegó de golpe, sino poco a poco. Cuando escribimos el guion e hicimos la película todo fluyó maravillosamente, pese a los momentos dolorosos. En la edición iba encontrando muchas cosas que ni yo mismo sabía que estaba contando. Siento que la etapa que nos falta, es decir, mostrarla a la gente, va a ser un momento catártico para nosotros”.
El realizador afirma que el filme sirvió para recontrarse con su hermano. “Me acercó mucho a él, porque no teníamos una relación. Él me lleva 20 años y estuvo viviendo fuera. Ahora puedo entenderlo”.
Marta recuerda que al inicio, Rubén, su director e hijo, le preguntó si no importaba que hablara de todos los conflictos familiares. Pero como “hay confianza, amor y seguridad de que nunca vamos a lastimarnos entre nosotros”, no tuvo problema.
También le planteó si estaba de acuerdo con que su personaje se llamara Alma, lo que primero no le agradó, porque “soy yo misma, que se llame Marta”, pero luego aceptó llevar ese nombre, porque de esa forma “puedo observarla y manejarla desde mi punto de vista de actriz. Fue un experimento interesante”.
Rubén interviene: “La hicimos con mucho amor, pese a que sea fuerte por mostrar momentos familiares duros, pero como los tocamos con cariño y confianza, nos permitió acceder a todos ellos”.
–Su trabajo de mesa fue como ir a una terapia sicoanalítica. Se le comenta al director y a la actriz.
Rubén asegura: “Es poder decir cosas en general que a lo mejor se tenían guardadas y no se podían hablar más que en forma de diálogos de un guion, y eso sana, aunque fuera a través de una escena, poder sacar eso que necesitábamos decirnos”.
Marta toma la palabra: “Como esas cosas tan fuertes que le digo a Alejandro en la cinta son tremendas, pero fueron reales, y no se las dije con amor, sino con rabia. Entonces, retomarlas, repensarlas y sacarlas fue muy bueno para los dos”.
“Coraje –insiste Rubén– es un proyecto tan personal que resulta honesto. Una cinta que usa la sencillez para acercarse a los espectadores. Es una ficción que, pese a serlo, está inspirada en estas personas reales, en sus propias verdades... Me interesa mantener dentro de la verdad, nuestra verdad, por lo menos”.
En Coraje también participaron César Tejeda, en la escritura, y en el elenco se pueden apreciar, además de Simón Guevara y Marta Aura, Fernando Becerril, Esteban Soberanes, María Aura, Marilú Cendejas, Pilar Padilla y Rodolfo Arias. La dirección de fotografía es de Gris Jordana. El arte de Rafael Ruiz Espejo. El diseño de vestuario de Carla Qua y la edición de Ariadna Ribas y Rubén Rojo Aura.