Aunque la migración desde y hacia los países de América Latina es un fenómeno histórico, en los últimos años han cobrado fuerza tanto la xenofobia como el racismo entre naciones de la misma zona, como la imposición de un enfoque securitista y punitivo contra viajeros para disuadirlos de cruzar fronteras, advirtieron académicas en la última jornada de debates de la novena Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales (Clacso).
Las especialistas alertaron que detrás de las migraciones masivas hay una “crisis multidimensional de reproducción de la vida”, causada en gran parte por el cambio climático.
Gioconda Herrera, socióloga e investigadora de la Universidad Católica del Ecuador, afirmó que el común denominador de los países de donde es la mayor cantidad de personas en situación de movilidad –como Haití, Venezuela y otros de Centroamérica– es una dificultad cada vez mayor para alcanzar los satisfactores mínimos y poder “imaginar su futuro”.
En ese contexto, advirtió que cada vez hay más manifestaciones de xenofobia en países latinoamericanos contra ciudadanos de otras naciones de esta misma región, por lo que es necesario “llamar con urgencia a una nueva cultura de paz”.
De forma paralela, los gobiernos han sido “colonizados por regímenes globales de control migratorio”, con base en políticas disuasivas que buscan detener a los viajeros a través de la militarización de las fronteras. Todo ello, dijo, obliga a los migrantes o refugiados a continuar su camino por rutas cada vez más peligrosas.
Falta de garantías
A su vez, Silvia Giorguli, directora de El Colegio de México, señaló que aún no se estudia lo suficiente la migración entre los países del sur global, así como la que se registra de Estados Unidos hacia México.
Coincidió en que las personas en movilidad cada vez más enfrentan racismo y xenofobia, frente a la incapacidad de las instituciones de gestionar su paso y garantizar integridad.
La socióloga y escritora Saskia Sassen, ganadora del Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2013, lamentó que a pesar del aumento de los flujos migratorios, integrados por miles que huyen de la pobreza y la violencia, la mayoría “no tiene tiempo ni energía para pensar en los demás”.
Por esto, dijo, es necesario hablar de las causas de la movilidad humana y visibilizar la “brutalidad” con la que la mayoría de los gobiernos reprimen a los trabajadores internacionales sin documentos.