Con relación al mundo que nos ha tocado vivir sigue vigente el teatro que destruye el Quijote, en su famoso maese Pedro.
Carlos Fuentes en sus palabras iniciales del trabajo de ingreso a El Colegio Nacional, nos dice que don Quijote apenas fracasa, restablece su discurso y prosigue su carrera en el mundo de las palabras que le pertenecen.
Carlos Fuentes compara la famosa escena del Play Within the Play con el capítulo del maese Pedro en el Quijote.
En la obra de Shakespeare (¿de quién?), el rey Claudio interrumpe la representación porque la imaginación empieza a parecerse peligrosamente a la realidad.
En la obra de Cervantes (¿de quién?), don Quijote se lanza contra la titera morisma de maese Pedro, porque lo representado empieza a parecerse a la imaginación.
La identificación de lo imaginario con lo real remite a Hamlet a la realidad, y de la realidad, naturalmente, remite a la muerte: Hamlet es el embajador de la muerte, a ella viene y a ella va.
Fuentes recrea la identificación de lo imaginario con lo imaginario, remite a don Quijote a la lectura. Don Quijote viene de la lectura y a ella va, don Quijote es el embajador de la lectura, remata el novelista.
Para él, son los encantadores que conoce por su lectura y no la realidad los que se cruzan entre sus empresas y la realidad. Nosotros sabemos que no es así, que es sólo la realidad la que se enfrenta a la loca lectura de don Quijote.
Pero él no lo sabe, dice Fuentes, y esto crea un tercer nivel de lectura en “mire vuestra merced, dice continuamente Sancho... mire que aquellos que ahí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento”.