Las elecciones del 5 de junio fueron un día histórico para avanzar hacia un país más libre, democrático y justo. El gobierno de la Cuarta Transformación (4T) obtuvo un triunfo contundente al ganar cuatro de seis gubernaturas: Hidalgo, Oaxaca, Tamaulipas y Quintana Roo; las dos primeras históricamente gobernadas por el PRI y las dos últimas por el PAN.
Con esta expansión territorial, el reacomodo de Morena lo lleva a gobernar en coalición 22 de los 32 estados de la República, es decir, más de 60 por ciento del territorio. Mientras los partidos de oposición controlarán las 10 entidades restantes, donde el PRI sólo conserva tres: Durango, Coahuila y estado de México.
La oleada del cambio, que comenzó en 2018, crece y se fortalece; desde hace cuatro años en México se respira un interés político mayor, con ánimos de un cambio radical. Esta jornada electoral revela que los mexicanos cambiamos de perspectiva: no sólo buscamos elegir quién nos gobierne, sino apostar por un proyecto estructurado que, con resultados, ha demostrado la posibilidad de transformar a un país entero. El triunfo de Morena muestra el ascenso de las ideas democráticas que velan por el bienestar general, la prosperidad compartida, no sólo de unos cuantos, contrario al espíritu político neoliberal, plagado de individualismo, desigualdad y competencia.
El papel del sector laboral en el proyecto de nación de la 4T es esencial y la victoria del partido es también suya. Su lucha histórica por los derechos y la justicia ha puesto los cimientos para una sociedad solidaria, participativa y que hace valer su voz; su valentía nos enseña a permanecer en pie de contienda. Nuestro gobierno reconoce que los aportes de la clase trabajadora en materia social, política y económica son invaluables: ellas y ellos producen la riqueza económica del país, y sus movimientos han sido motores para generar cambios importantes.
Las administraciones anteriores no fueron capaces de reconocer la importancia de la fuerza laboral, la olvidaron en favor de los grandes empresarios nacionales y extranjeros. Sin embargo, el proyecto morenista lucha para asegurar mejores y más dignas condiciones de trabajo.
A través del diálogo y el acercamiento entre el gobierno federal con los sectores obrero y empresarial, hemos obtenido grandes resultados en modificar las regulaciones laborales. Algunos logros importantes son la reforma a la Ley Federal del Trabajo, con la cual se eliminó la subcontratación; se fortaleció la democracia y la libertad sindical; se aumentó en más de 40 por ciento el salario mínimo; se incremento el monto de las pensiones de los trabajadores mediante una mayor aportación de los empresarios; además de un aumento al ingreso de los profesores, y las reformas a la Ley del Instituto Nacional del Fondo de la Vivienda para los Trabajadores.
Uno de los pilares del proyecto de nación es la cercanía con los mexicanos. Los esfuerzos para recorrer los territorios y escuchar los testimonios, necesidades y preocupaciones de las personas han dirigido la fuerza política a una transformación auténtica. Por ello, la confianza en un nuevo país suma ahora los triunfos de Quintana Roo, Oaxaca, Hidalgo y Tamaulipas.
Resalto los casos de Oaxaca e Hidalgo, bastiones fundamentales del PRI por 80 y 93 años, respectivamente. La victoria fue rotunda: en Hidalgo, Julio Menchaca ganó por una diferencia de casi 30 puntos; en Oaxaca, Salomón Jara duplicó la votación que obtuvo el candidato de la oposición priísta.
Es contundente que el cambio se extiende por México: es una realidad imparable. Nos enfrentamos a grandes retos, pero estoy convencido de que con liderazgos fuertes, más el trabajo y compromiso de Morena, del presidente Andrés Manuel López Obrador y de todos los que encabezamos este movimiento, saldremos adelante. Sin olvidar que, gracias al apoyo de la clase trabajadora y de todo el pueblo de México, el país logrará fortalecerse y desarrollarse plenamente. Cerremos filas y trabajemos por un país justo, fraterno y con oportunidades para todos.