El diálogo magistral de la novena Conferencia del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales llevó por título Desafíos de la democracia en América Latina y el Caribe: encrucijadas y amenazas. Y sería difícil negar que hay una amenaza mayor que la nombrada al principio y al final del foro celebrado en Ciudad Universitaria: “¡Fora Bolsonaro!”
Boaventura de Sousa Santos, sociólogo referencial, amigo de presidentes latinoamericanos (lo mis-mo de Fernando Henrique Cardoso que de Lula), recipiendario de la Orden del Águila Azteca, fue el primero en soltar la arenga contra la ultraderecha: “¡Fora Bolsonaro!”, dijo, y el público, en su mayoría jóvenes universitarios, lo acompañó con gritos y aplausos, como poco antes había hecho para despedir a Álvaro García Linera, el intelectual que fue vicepresidente de Bolivia.
Abajo, un joven colombiano paseó en los pasillos un cartel con las imágenes de Gustavo Petro y Francia Márquez. El escenario ideal para que Boaventura de Sousa cediera la mitad de su tiempo a dos dirigentes populares que hablaron de resistencias contra “el estado burgués”, el poder corruptor del narcotráfico y la insuficiencia del discurso de izquierda para enfrentar el fenómeno.“El problema es que se nos agota el repertorio progresista”, dijo uno.
De Sousa lanzó, en las islas de la Ciudad Universitaria, un discurso más de mitin que de evento académico, muy a tono con el momento pospandémico latinoamericano.
Dijo, por ejemplo, que en América Latina el miedo y la esperanza están muy mal distribuidos, porque la mayoría tiene mucho miedo y poca esperanza. Y en ese tono reprochó las “palabras ausentes”, por ejemplo, que no se hable más del imperialismo estadunidense, de la guerra entre Estados Unidos y China, de que no hay capitalismo sin colonialismo y sin patriarcado.
“No podemos tolerar movimientos anticapitalistas que sean racistas y sexistas. No podemos tolerar movimientos feministas que sean racistas o procapitalistas”.
Cada frase de Boa –como le dicen sus cercanos– emocionó al auditorio, que respondía con exclamaciones y aplausos: “Tenemos que descolonizar la universidad… La ciencia es un conocimiento válido, pero no es el único. Las cosas más importantes no las puedo resolver científicamente: ¿Qué es la vida?, ¿qué es el amor?, no son pregun-tas científicas”.
Siguió: “Los partidos tienen que cambiar porque su forma actual está condenada históricamente… Tienen que ser partidos-movimiento, estar atentos a los ciudadanos, a las comunidades… Hay que respetar a los líderes, sí, pero sólo a los que respetan los movimientos populares”.
Manuela D’Avila, académica brasileña, preguntó: ¿y si no tuviésemos a Lula?, en referencia a la única figura que puede hacer realidad la consigna de “¡Fora Bolsonaro!” y a la obvia dependencia de un liderazgo carismático. Habló también del golpe parlamentario contra Dilma Rousseff y la “máquina de fake news”.
Criticó a la izquierda porque suele evadir temas como la desigualdad de género y la discriminación, y exhibió el espejo brasileño frente a otras realidades, incluyendo la mexicana: “Los gobiernos no van a transformar la realidad si nosotros no seguimos movilizados en la calle; si tenemos más de 50 por ciento a favor de Lula es porque nosotros hemos estado en lucha… Tenemos que hacer ruido y estar en la calle”.