Negro panorama el que pinta el Banco Mundial: “la economía mundial entra en lo que podría convertirse en un periodo prolongado de escaso crecimiento y elevada inflación (…), con consecuencias potencialmente perjudiciales tanto para las economías de ingreso mediano y bajo”, lo que ha llevado a esa institución financiera a reconsiderar sus propias estimaciones sobre el futuro inmediato de todos los países.
En su informe Perspectivas económicas mundiales, advierte que sus “previsiones” apuntan a que “el crecimiento mundial descienda de 5.7 por ciento en 2021 a 2.9 por ciento en 2022, un porcentaje considerablemente menor que el 4.1 anticipado en enero pasado. Se prevé que oscile en torno a ese ritmo durante el periodo 2023-2024, a medida que la guerra en Ucrania afecte la actividad, la inversión y el comercio en el corto plazo; la demanda reprimida se disipe y vayan eliminándose las políticas monetarias y fiscales acomodaticias. Como resultado de los daños derivados de la pandemia y la guerra, este año el nivel de ingreso per cápita de las economías en desarrollo se ubicará casi 5 por ciento por debajo de su tendencia previa a la pandemia”.
La economía estadunidense caería de 5.7 en 2021 a 2.5 por ciento en 2022, y de ahí a 2.4 en 2023 y a 2 por ciento en 2024. De igual forma, en la zona euro el crecimiento descendería de 5.4 a 2.5 y bajaría a 1.9 según el calendario descrito. En ambos casos, amén del golpe por la pandemia, el efecto búmeran de sus sanciones a Rusia hace mella entre sus poblaciones.
India y China se mantienen como los “motores” de la economía mundial, pues si bien registrarían descensos en su ritmo de crecimiento, éste será el mayor, con una estimación (2022-2024) de avance de 7.2, 7.1 y 6.1 por ciento y de 4.3, 5.2 y 5.1, respectivamente.
En el caso de México, el Banco Mundial estima que su economía crecería 1.7 por ciento en 2022, 1.9 en 2023 y 2 por ciento en 2024. Brasil es otro de los grandes afectados, con un pronóstico de 1.5, 0.8 y 2 por ciento en el mismo calendario.
Sobre América Latina y el Caribe, el Banco Mundial advierte que “las complejas condiciones mundiales afectan su crecimiento. La guerra en Ucrania tiene considerables impactos en la región a través del alza de precios de los productos básicos y el debilitamiento del crecimiento mundial. Los ingresos de exportación y la situación fiscal de algunos países exportadores de productos básicos regionales se están beneficiando, pero los efectos económicos positivos se ven contrarrestados por el aumento de los precios al consumidor, una confianza más débil y el aumento de las tasas de interés nacionales y mundiales; la inflación ha aumentado muy por encima de las metas de los bancos centrales y ha ejercido presión financiera sobre los hogares”.
El organismo financiero estima que “el crecimiento regional se desacelerará marcadamente hasta llegar a 2.5 por ciento en 2022, luego de un repunte posterior a la pandemia de 6.7 por ciento en 2021. El crecimiento se desacelerará aún más en 2023, a sólo 1.9, antes de repuntar ligeramente a 2.4 en 2024. La desaceleración regional refleja el endurecimiento de la situación financiera, el debilitamiento del crecimiento de la demanda externa, la rápida inflación y la gran incertidumbre en materia de políticas en algunos países. Se espera que el producto interno bruto de la región aumente sólo 0.6 por ciento entre 2019 y 2023”.
De igual forma, los precios de las principales exportaciones de América Latina y el Caribe serán sustancialmente más altos en 2022, “pero los beneficios para el crecimiento se verán limitados por una respuesta lenta de la producción de algunos productos básicos y por el aumento de los costos de los insumos, incluidos la energía y los fertilizantes. Entre los riesgos adversos se incluyen los efectos indirectos en la región debido a la atenuación del crecimiento mundial, una mayor inseguridad alimentaria y malestar social, una inflación superior a la prevista y tensiones financieras constantes”.
Las rebanadas del pastel
Según dicen los organizadores y anfitriones de la Cumbre de las Américas, la “democracia” es condición ineludible para que las naciones formen parte de ese mecanismo, pero resulta que un golpista no sólo participa en él, sino que forma parte de la directiva del encuentro: el repulsivo Luis Almagro, cómplice, en 2019, del golpe de Estado en Bolivia en contra de Evo Morales y de la feroz represión desatada por su protegida Jeanine Áñez, quien ya duerme en la cárcel. ¿Y el uruguayo para cuándo?