Fráncfort. El Banco Central Europeo elevará las tasas de interés el próximo mes por primera vez en 11 años, siguiendo la pauta de otros bancos centrales en el mundo, para tratar de contener el desborde de la inflación.
Las decisiones, anunciadas al final de una reunión del Consejo de Gobierno de la institución en Ámsterdam, marcan un punto de inflexión tras años de dinero barato y abundante en la zona euro, compuesta por 19 de los 27 países de la Unión Europea (UE), pero enfrenta riesgos de perspectivas debilitadas para el crecimiento económico.
La invasión de Rusia a Ucrania ha sacudido la economía global, particularmente con el alza de los precios del combustible, y ha vapuleado a Europa, que depende del crudo y el gas natural rusos.
El BCE pondrá fin primero a sus compras de bonos que estimulan la economía y seguidamente elevará las tasas un cuarto de punto en julio. Dejó abierta la puerta a la posibilidad de hacer un incremento mayor, de medio punto porcentual en septiembre.
A esto le seguirá “una serie” de subidas de tasas “en los próximos meses, en función de las perspectivas de inflación a medio plazo”, explicó la presidenta del BCE, Christine Lagarde.
La última vez que el BCE subió las tasas fue en mayo de 2011. La invasión de Rusia a Ucrania ha sacudido la economía global, particularmente con el alza de los precios del combustible, y ha vapuleado a Europa, que depende del crudo y el gas natural rusos.
“La agresión injustificada de Rusia a Ucrania continúa lastrando la economía en Europa y otras partes”, dijo a la prensa Lagarde. La guerra está perturbado el comercio, causando escasez de materiales y contribuyendo a los altos precios de la energía y las materias primas”, apuntó.
Inflación en niveles históricos
Desde diciembre, el BCE enfrenta elevada inflación, agravada por la guerra de Ucrania. El alza de precios en mayo alcanzó 8.1 por ciento anual, con catorce de los diecinueve países de la Eurozona por encima de ese promedio.
Se trata del nivel más alto desde la introducción de la moneda única en 1999 y cuatro veces superior al objetivo de 2 por ciento del BCE.
“La inflación es indeseable” y el BCE se asegurará que (la curva) vuelva al objetivo”, prometió Lagarde.
Esos anuncios impactaron negativamente en los mercados globales.
BCE espera más inflación y menos crecimiento en la eurozona
El BCE elevó significativamente sus previsiones de inflación, prevé un nivel de 6.8 por ciento en 2022; 3.5 por ciento en 2023 y 2.1 por ciento en 2024.
En paralelo, el banco central rebajó sus previsiones de crecimiento y calcula que el aumento del producto interno bruto (PIB) de la región se limite a 2.8 por ciento en 2022 y 2.1 por ciento en 2023. En marzo, preveía un crecimiento de 3.7 por ciento este año y 2.8 por ciento el próximo.
El BCE también estará atento a que una subida de tasas no provoque la fragmentación del mercado de deuda soberana de la eurozona, es decir, que los países europeos no se endeuden a niveles demasiado diferentes.
En este caso el riesgo es que los países más endeudados se vean perjudicados por el aumento de los intereses exigidos para colocar sus bonos soberanos. Como respuesta, el BCE podría “desplegar nuevos instrumentos”, dijo Lagarde.