“Veo el arte como parte de una religión. Me encantaría que las personas pudieran acceder al arte de esta manera. Siempre me dicen que nada más hago manchas. Y contesto: ‘híjole, atrás de estas manchas hay una persona que les está diciendo algo. Qué pena que no exprese nada’”, externa la artista Irma Palacios (Iguala, Guerrero, 1943), quien exhibe Paisajes esenciales en la Galería de Arte de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
La muestra de 52 piezas, entre pintura, escultura y grabado, comprende 12 obras de Palacios que pertenecen a la Colección Pago en Especie y Acervo Patrimonial de la SHCP, así como 36 trabajos, propiedad de la artista, más tres obras que facilitó el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura.
Las más tempranas son el óleo Retratos, lugares y la técnica mixta Pedernal, ambas de 1989. Las más recientes son de 2021, que incluyen un trío de pinturas tan oscuras que a primera vista no se percibe el tema.
“Uno se hace así conforme pasa la vida. Al principio quiere comerse el mundo, ser la mejor. Al final, sin embargo, viene la reflexión de todo esto que fuimos, mientras se queda de lado lo que ya no es esencial. Antes mi obra era muy barroca y llena de cosas. Uno se fija más en el arte”, apunta la entrevistada, a quien le cuesta trabajo dejar pasar un día sin ir a su taller a “tirar una mancha”.
En los albores de su carrera, Palacios llegó a la Ciudad de México a estudiar en la Escuela Bancaria y Comercial. Trabajó muchos años con banqueros. Fue precisamente en ese ambiente donde conoció la obra de pintores como Rufino Tamayo, Francisco Toledo y los artistas de la Generación de la Ruptura, ya que los catálogos de sus exposiciones llegaban a la oficina de su entonces jefe.
Su sueño, sin embargo, era ser diseñadora de modas. Por azares del destino conoció al acuarelista Alfredo Guati Rojo, quien le insistió que estudiara dibujo. Los horarios en el banco se complicaron y Palacios tuvo la necesidad de renunciar para seguir sus estudios por las tardes. Cuando entró a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, en 1974, “dibujaba muy bien”.
En La Esmeralda conoció la obra de artistas como el catalán Antoni Tapies y Miguel Millares, nacido en Las Palmas de Gran Canaria. Precisamente con un cuadro, elaborado a partir de la influencia de Millares, ganó en 1982 la primera emisión de la Bienal de Pintura Rufino Tamayo. Olga, la esposa del oaxaqueño, le dijo: “Este premio yo te lo di”. “No lo dudo, señora”, le contestó Palacios.
Luego, “nos llevábamos muy bien. Iban a comer a la casa”. A raíz de esa amistad “el maestro quiso saber si me interesaba exponer en una galería en San Ángel, porque quería escribir sobre mi obra”. En su texto, Tamayo se refirió a Palacios como “pintora pintor”, pues decía que “tenía la fuerza de un varón”. Quizá también porque su pintura era “muy oscura y fuerte”. Con el tiempo se ha aligerado su paleta y se ha hecho más brillante.
–¿Qué le llevó a un arte más abstracto, aunque a veces hay cierta figuración?
–Primero pregunté: ¿qué me decía una mancha?, porque observo muchas cosas que a lo mejor no vemos. Eso me gusta subirlo a mi red para ver si es capaz de decir algo.
En los cuadros de Palacios se percibe una atracción por el mar: “Soy como de agua y de piedras de la tierra. La naturaleza ofrece tantas cosas como la arena y los desiertos”. Un trío de esculturas en bronce (Proa, Proa 2 y Proa 3), fechadas en 1990, se presentan como una instalación.
Beneficiaria de la Beca Guggenheim, atribuye su incursión en la escultura y la cerámica a que “me gusta tocar siempre, mucho, entonces, los materiales me encantan. Tengo unas esculturas muy grandes que hice para un proyecto de Isaac Masri. Mi taller está lleno de materiales y cosas. Tengo suficiente obra para una exposición retrospectiva”.
El arte y pintar dan sentido a su vida, además se divierte mucho.
Irma Palacios. Paisajes esenciales se exhibe en la Galería de Arte de la SHCP, Guatemala 8, Centro Histórico.