Uno. En vísperas de la novena Cumbre de “las Américas” (sic), el secretario de Estado de EU, Antony Blinken, manifestó que su gobierno anhelaba “evitar bloques de izquierda y derecha”, y que se debía priorizar “lo que nos une como democracias, con un enfoque compartido frente a las autocracias” (sic). Y de paso, destacó “el papel ‘vital’ que desempeña la OEA” (sic, Afp, Prensa Latina, 4/5/22).
Dos. ¿Qué aprendió Blinken en Harvard? Nacido tres meses antes de la expulsión de Cuba de la OEA (22/1/1962), y un día después de la aplastante derrota de la invasión mercenaria de la CIA en Playa Girón (15-19/4), Blinken pertenece a la generación formateada con el cuento del “fin de la historia” y de las ideologías.
Tres. Caracterizada por el “ahistoricismo” (eufemismo de ignorancia asumida), la generación de Blinken nada tiene que ver con el vuelo intelectual del genocida Henry Kissinger, quien lo precedió en el cargo y en su época trascendió como gran arquitecto de la realpolitik imperialista (1973-77).
Cuatro. En la reunión del Foro Económico Mundial (Davos, 22-26/5), Kissinger propuso que Ucrania debía “ceder territorio a Rusia, aceptando un acuerdo de paz para restablecer la situación al 24 de febrero”, en la que Rusia controlaba formalmente la península de Crimea, e informalmente parte de la región del Donbás (este de Ucrania).
Cinco. Kissinger (99 años) advirtió a Occidente que una derrota humillante para Rusia podría dar lugar a una desestabilización “más amplia” (leáse, guerra nuclear). Afortunadamente, transmitió su opinión por Zoom. De lo contario, los asistentes al aquelarre (celebrado en el castillo que en la belle époque fue sanatorio para locos pudientes), le hubieran servido un té con una gotita de ántrax.
Seis. ¿Cómo interpretar lo dicho por el ex secretario de Estado, que toda su vida se inspiró en el príncipe alemán Klemens von Metternich (1773-1859), quien a su vez fue el gran arquitecto de la Santa Alianza, tras la derrota de Napoleón en Waterloo (1815)?
Siete. Metternich y Kissinger partían de un principio razonable: la relación entre estados se rige por intereses y no admite lecturas ideológicas o clasistas. Por esto, se dice que la política exterior es la política. O sea, de lo que carecen Washington y la Unión Europea.
Ocho. La “ideología correcta” de las izquierdas siempre se sostuvo en la “razón histórica” de los pueblos. Pero si damos vuelta el calcetín, veremos que las derechas también guardan su “ideología correcta”. El economista estadunidense Michael Hudson (ex analista de Wall Street) asegura: “Las personas que están a cargo de la política estadunidense piensan que pueden hacer ‘estallar el mundo’. Han estado pensando así durante 20 años. He trabajado con estas personas antes y realmente están dispuestas a hacer estallar el mundo si no pueden mantener la hegemonía y dominación” (entrevista, Resumen latinoamericano, 6/6/22)
Nueve. ¿Cuáles “ideologías correctas”, entonces, se enfrentan en Ucrania? Algunos hablan de guerra “interimperialista”, otros de “recolonización”, y otros más del fin de la “hegemonía unipolar estadunidense”. Mas no de ideologías. Confusión igual a la de Blinken cuando se refiere a eventuales “bloques de izquierda y derecha” en la novena cumbre. ¿O creerá que la ausencia de los presidentes de México, Guatemala, Bolivia, Honduras, Brasil y varios del Caribe, responden a “bloques ideológicos”?
Diez. Washington no invitó a los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, pues, a su juicio, “los dictadores no debían ser invitados”. Aunque a la vez, anunciaba un viaje de Biden a Arabia Saudita, país al que en su campaña prometió convertir en “un paria”. Interpelada, la vocera de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, respondió: “El presidente está enfocado en hacer cosas para el pueblo estadunidense. Si él determina que es del interés de Estados Unidos, lo hará”.
Once. Por ello el gobierno de Biden continúa reconociendo al payaso Juan Guaidó, quien oficia de “presidente interino” de Venezuela, al tiempo de negociar con Nicolás Maduro, presidente legítimo de la República Bolivariana de Venezuela (¡petróleo, chico, “ya tú sabe”!).
Doce. Es posible que el genial Blinken haya comentado con su jefe lo expresado por el genial Mario Vargas Llosa: “en el pasado había mil 500 lenguajes en América Latina, y como en ese entonces no se entendían, se mataban. El español vino a resolver ese problema” ( La Tercera, Santiago, 17/4/22). Así, cuando Biden ya no sabía qué hacer con las invitaciones a la cumbre, convocó al rey de “todas las Españas” y al cadáver político de Pedro Sánchez.
Trece. La canalla mediática trata de ocultar la verdad, tapando el sol con un dedo. Pero en Ucrania, por primera vez, un grupo de potencias nucleares se enfrentan a otra con poder similar, que no se anda con chiquitas. Y en “las Américas”… ¡“rebelión en la granja”!