París. Impulsada por Arabia Saudita y por el ex campeón del mundo, el australiano Greg Norman, la LIV golf, con un presupuesto desorbitado, fractura el mundo del golf atrayendo a sus filas a numerosas estrellas, que se enfrentarán desde mañana en un torneo inaugural en Londres.
Hace meses que en los bastidores del golf sólo se murmura sobre esta nueva liga financiada por fondos de inversión sauditas, la cual sale finalmente a la luz y que podría redefinir la estructura de este deporte.
La amenaza de sanciones o de exclusión del circuito estadunidense de la PGA no ha funcionado, al menos para dos de sus más grandes estrellas, Dustin Johnson y Phil Mickelson.
El ex número uno, vencedor de dos Majors y el genial zurdo, sin duda el segundo jugador más importante de los 20 años recientes detrás de Tiger Woods, sucumbieron al canto de las doradas sirenas sauditas, lo mismo que el español Sergio García y el británico Lee Westwood.
Seducidos por los dólares
Esta liga reúne un total de 48 jugadores disidentes, seducidos por la dotación que algunos juzgan como “indecente”, con 214.2 millones de dólares para esta serie de ocho torneos a través del mundo, con un inédito formato de tres días sin corte.
Cada certamen, el primero en el Centurion Club de St Albans de Londres, repartirá 24.6 millones de dólares, equivalentes a más del doble de cada uno de los cuatro grandes torneos.
El nuevo proyecto divide, al menos tanto por la montaña de dinero prometida como por la identidad de sus fundadores, en especial debido a las cuestiones relativas a los derechos humanos, asunto sensible en Arabia Saudita.
Mickelson mantuvo un largo silencio de varios meses después de haber tomado posición en febrero en favor de la liga saudita. Lefty (izquierda) apuntó en aquella ocasión “la odiosa codicia” del circuito estadunidense, y dijo estar dispuesto a unirse a la LIV a pesar de la “falta de respeto de los derechos del hombre y en especial hacia los homosexuales” por parte de la nación árabe.
La organización del US Open, que comienza el 16 de junio en Brookline (Massachusetts), anunció que los golfistas comprometidos con la liga disidente podrán participar en el Major, dado que sería “injusto e inapropiado” dejarlos fuera.