Londres. El primer ministro británico, Boris Johnson, que indignó a sus filas conservadoras con el escándalo de las fiestas celebradas en Downing Street durante los confinamientos impuestos por la pandemia del covid-19, sobrevivió anoche a una moción de censura, pero salió debilitado y aún puede verse empujado a dimitir.
Johnson superó un desafío a su liderazgo presentado por los parlamentarios de su bancada (los conservadores), al imponerse por 211 votos contra 148, informó Graham Brady, presidente del comité del partido que supervisó la votación.
Amenazado desde hace meses por este escándalo, conocido como partygate, del que durante un tiempo parecía haberse salvado gracias al cambio de foco por la guerra de Ucrania, el controvertido líder británico se enfrentó al veredicto de los diputados de su partido, que tiene la mayoría.
Al menos 54 de ellos pidieron un voto de confianza interno, que no se activó hasta ayer, una vez finalizado el “jubileo de platino”, los cuatro días de grandes celebraciones por los 70 años de reinado de Isabel II.
“Es un resultado convincente que nos permite como gobierno pasar a otra cosa y centrarnos en lo que realmente importa”, reaccionó el gobernante, de 57 años, sonriente ante una cámara de televisión.
Conocido por su talento para el escapismo político, Johnson se dirigió a sus filas, a puerta cerrada en una sala del Parlamento, antes de la votación.
“En mucha ocasiones se ha dicho que estoy acabado. Puedo reconstruir la confianza. Dejen de hablar de Westminster (sede parlamentaria) y empiecen a hablar de la gente que nos envió aquí”, dijo, de acuerdo con uno de los asistentes.
Según la misma fuente, el premier insinuó una próxima baja de impuestos, medida muy popular en un momento de inflación disparada que está estrangulando a muchas familias incapaces de llegar a fin de mes.
Puesto que salió triunfante, el partido no podrá intentar otro voto de confianza contra él durante un año.
Sin embargo, el alto número de diputados que se expresaron en su contra lo deja muy debilitado.
“La historia nos dice que esto es el principio del fin”, afirmó el líder de la oposición laborista, Keir Starmer, a la radio LBC. “Si se observan los ejemplos anteriores de votos de confianza, incluso cuando los primeros ministros conservadores sobrevivieron, el daño ya está hecho y normalmente caen razonablemente rápido”, subrayó, al recordar los casos de Margaret Thatcher y Theresa May.
En breve, una comisión parlamentaria debe investigar si Johnson mintió a la Cámara de los Comunes cuando en diciembre aseguró que no hubo fiestas en sus oficinas y que no se infringieron las normas anticovid.
La promesa de realizar un Brexit que parecía imposible impulsó a Johnson en 2019 al puesto que toda su vida codició, pero ahora, considerado un “mentiroso” por una mayoría de británicos, ve caer su popularidad y la semana pasada fue abucheado por la multitud durante un acto del jubileo de la reina.
Johnson ha rechazado los llamados a renunciar, al asegurar que debe seguir adelante con “prioridades” como la guerra de Ucrania y la creciente crisis por el costo de la vida.
Sin embargo, no convenció a muchos. John Penrose, su zar anticorrupción, renunció ayer, al considerar “bastante claro que Johnson infringió” el código de conducta oficial y que también él debería irse.