Una mujer de contrastes y claroscuros: atractiva, provocadora, talentosa, rebelde, egocéntrica, histriónica, excéntrica, genial y soberbia, que vivió su vida con naturalidad, enorme pasión y desparpajo, así es como describen y recuerdan quienes conocieron y trataron a la poeta mexicana Guadalupe Pita Amor (1918-2000), de quien el pasado 30 de mayo se celebró su 104 aniversario de nacimiento.

En ese contexto surgió la novela Los demonios de mi cuerpo, de la escritora regiomontana Sandra Frid, publicada por la editorial Planeta, en la que la autora ofrece al lector “un retrato íntimo y familiar, por momentos perturbador, de una mujer inigualable, indómita, mística y pecadora”, apuntaron los editores.

Los demonios de mi cuerpo “es una novela cronológicamente lineal que permite apreciar por qué Pita Amor fue como fue”, explicó la escritora en charla con La Jornada.

De acuerdo con Sandra Frid, para escribir la novela se basó e inspiró en distintos libros, videos, documentos, entrevistas, así como en la misma obra poética de Pita Amor.

La novela por principio narra la situación, antecedentes y entorno familiar de la poeta, quien durante su niñez vivió entre los lujos de la aristocracia porfiriana de la época, pues su padre era dueño de una de las haciendas más grandes del estado de Morelos. Pita Amor, la menor de varias hermanas y hermanos, vivió su infancia en una residencia de unas 40 habitaciones y un ejército de sirvientes, en la calle Abraham González, en el centro de la Ciudad de México (hoy desaparecida), pero que, con la Revolución Mexicana, la familia fue venida a menos, comentó la autora.

“A ella le tocó padecer esa situación y, por ser la hermana menor, en ciertas circunstancias fue relegada. Por ejemplo, mientras sus hermanas mayores estrenaban vestidos y les organizaban fiestas, a ella le modificaban la ropa que sus hermanas dejaban”.

Desde pequeña, apuntó Frid, “Pita padecía de ataques de pánico. Aunque en ese entonces no le llamaban así; ese padecimiento me hizo comprender que Pita no era una niña berrinchuda, sino que tenía momentos de angustia”.

También vemos a Guadalupe Pita Amor luego de los 18 años, “cuando huye de su hogar, para dejar la opresión que sentía al vivir en aquella ruinosa casa, para tener libertad. Época en la que sostuvo una relación amorosa con un hombre mucho mayor que ella, quien le puso un departamento y la rodeó de lujos, relación que duró muchos años, aunque nunca se casaron. Época en la que conocería a Salvador Novo, Clementina Otero, Xavier Villaurrutia, Andrés Henestrosa. Momentos para ella de productiva creatividad poética, admirada por su belleza y respetada por su talento, pero también con lapsos de depresión, por lo que tuvo que ser hospitalizada”.

“Traté de meterme en su piel”

En aquella época, continuó Frid, “a las personas que se salían de la norma las llamaban locas. También vivió episodios muy trágicos, como el fallecimiento de su hijo de dos años, lo que marcó su vida”.

La imagen de Pita Amor durante sus últimos años, aunque se recuerda su fuerte carácter y temperamento, alejada del mundo, con una belleza que había quedado en el pasado, pero sin perder el ímpetu, “quise que el final de la novela fuera cuando se le rinde un magno homenaje en Bellas Artes”.

Los demonios de mi cuerpo “respeta fechas, personajes y geografías históricas que se encuentran documentadas”, concluyó la autora. Como ficción literaria “se propone adentrarse en los pliegues y reacciones emocionales, mentales, íntimas y familiares de quien es considerada la undécima musa por su trabajo poético. Al escuchar su voz y leer su poesía, traté de meterme en su piel, de preguntarme qué haría ella en tal o cual circunstancia, cómo reaccionaría. Me sirvieron de referencia quienes la conocieron y la trataron, pero también los videos y audios que hay de ella. Es una novela en la que se aprecia la apasionada, creativa y tormentosa trayectoria de vida de Pita Amor, que permite apreciar por qué fue como fue”.