Transformada en una pieza coreográfica, la novela Como agua para chocolate, que la escritora Laura Esquivel publicó en 1989, es ahora un relato universal sobre las emociones que surgen de la mezcla de vida y muerte, amor y traiciones, de lo fantástico y lo práctico, de lo mágico y lo real. Una pieza “de belleza líquida y fascinante”, “absolutamente exitosa”, como fue aplaudida por la crítica especializada luego de su estreno mundial en Londres, a cargo del Royal Ballet, el 2 de junio.
El coreógrafo inglés Christopher Wheeldon, autor de esa versión, “es un alquimista del movimiento, no puedo describirlo de otra manera”, dijo la autora en entrevista con La Jornada al recordar la manera coordinada y amorosa en la que colaboró con él.
El estreno en el Royal Opera House, añadió Esquivel, “fue muy emotivo. El teatro es enorme, impresionante. Me sorprendió la manera en la que la obra conmovió al público; muchas personas lloraron. Lograr eso con la danza, expresar emociones profundísimas con un sutil movimiento, es increíble. Nunca había visto algo así y nunca me imaginé que mi novela se pudiera adaptar de tal manera, porque era muy difícil.
“Traducirla a movimiento fue bárbaro. Mis respetos para Christopher y los bailarines. Había visto su montaje de Alicia en el país de las maravillas, pero aquí se lució. En 1993, cuando me fui a vivir a Nueva York, él estaba ahí. No nos conocíamos, pero vio la película y leyó el libro en esa época, y hoy me cuenta que todos estos años tuvo en la cabeza las ganas de hacer esa historia porque lo tocó.
“Hace tres años nos buscó para decirnos que quería adaptar Como agua para chocolate y dije: ‘Por supuesto que sí’; es uno de los mejores coreógrafos del momento. Me gusta que Christopher es una persona muy incluyente, tiene esa grandeza, y un espíritu latino. Escucha. Fue a mi casa con su equipo, les cociné, nos pasamos una semana trabajando intensamente, les mostré fotos de mi familia, ropa, para que vieran de dónde venía la novela.
“Teníamos programado el estreno para el 20 de noviembre de 2020, así lo quería el coreógrafo por ser efeméride de la Revolución Mexicana. Pero fue en plena pandemia. Por eso hasta ahora se estrenó.”
Ocarina, marimba y danzón
La partitura fue realizada por Joby Talbot, con asesoría de Alondra de la Parra, quien también dirigió la orquesta que acompañó la coreografía. Se incluyeron distintas percusiones e instrumentos mexicanos como la ocarina y una marimba.
Laura Esquivel narra que el Royal Ballet baila un danzón “que no tiene medida. Metieron muchos momentos donde se va sintiendo México, fueron muy respetuosos con la tradición musical e histórica del relato. Sin embargo, Christopher es un artista tan completo e impresionante que la coreografía es ya una obra totalmente universal.
“Siempre me llamó la atención de que si bien Como agua para chocolate incluye recetas mexicanas y todo el tiempo habla de mi país, cuando iba a la Patagonia o a Japón o a Finlandia los lectores me decían: ‘Usted no tiene idea de cómo me acordé de la cocina de mi abuela con su libro’.
“Es decir, más allá de lo ingredientes, se trata de una novela que conecta con muchas personas y ha tenido su camino. Esa historia, ahora convertida en danza, regresa a mi y me impactó, me conmovió, es muy difícil de explicar. Es algo que dejé salir, que se fue, y ahora regresa con una fuerza renovada, con un nuevo lenguaje que habla diferente, pero que conmueve hasta el fondo de la entraña.”
La escenografía, inspirada en las obras del arquitecto mexicano Luis Barragán, fue realizada por Bob Crowley, calificada como “sobria e ingeniosa”, por la prensa inglesa.
La escritora dijo que el coreógrafo ha recibido varias invitaciones para presentar Like Water for Chocolate en México, pero que él ha dicho que el montaje no cabe ni en teatros como el del Palacio de Bellas Artes, pues tan sólo en la primera escena “aparece una línea de novias divinas que se va haciendo para atrás, y luego giran para mostrar su otra mitad en la que están vestidas de negro, y se convierten en una señoras que se ponen a tejer. Después se van elevando y va cayendo la colcha que tejen. Hay un momento, cuando llegan hasta arriba, en el que ya no son reales, sino una hilera de robots que están tejiendo. Esas son las locuras de Christopher. Entonces él dice que necesita mucho espacio de fondo y para arriba.
“Alondra de la Parra va a llevar cuatro números de la obra a un festival que organiza en Cancún, a finales de este mes; de Londres, la coreografía completa, que termina temporada el 17 de junio, se va a Nueva York y Los Ángeles, donde se presentará con bailarines estadunidenses. Este espectáculo es un regalo muy bello e inesperado, que me ha dejado sin aliento”, concluyó la autora.