El PRI entró en fase terminal. No hay esperanza. El veneno que lo tiene postrado se llama “Alito”, y contra esa ponzoña no hay remedio, aunque a decir verdad ese organismo enfermó desde hace cuatro décadas por lo menos. La sentencia la dictó José López Portillo cuando explicó: Soy el último Presidente de la Revolución.
Ayer el priísmo asestó el golpe definitivo al PRI. Sí, la militancia de ese partido, cansada de las villanías de su dirigencia, dio la espalda a un proyecto que hizo ricos, muy ricos, a sus “líderes”, y pobres, muy pobres, a quienes los apoyaban.
Lo peor, los dirigentes, llenos de dinero, lo vieron enfermar, agravarse y luego caer en coma profundo sin hacer nada por él. Tal vez tienen la idea de que su tarea con el Revolucionario Institucional terminaba con una cifra abultada en el banco. Business, no política. De eso se trataba el juego.
Y no hay arrepentidos. Lo hecho, hecho está. A unos les tocó mucho, a otros sólo la vergüenza de enterarse de la buena vida de sus dirigentes.
También quedó demostrado que la mescolanza de partidos que se dice oposición no significa nada, o casi nada. La alianza no parece una opción para el 24 porque, entre otras cosas, sólo propone odio y más odio hacia el gobierno actual, y eso ya lo rechaza la gente.
Y no es posible dejar de lado el otro fenómeno, el mediático. El ejército de voces que atacan día con día al régimen volvieron a ser derrotados. Parece que ya no cuentan con credibilidad. Sus palabras ya no saben a verdad, sus análisis dejaron de surtir efecto. Falló la estrategia.
Hoy se inaugura, se diga lo que se diga, una nueva era en la política del país, y como están las cosas, ese cambio deberá ser parte de la transformación que se propone, también, hacia los organismos electorales que siguen siendo un eslabón del neoliberalismo y una rémora para una sociedad que exige cambios ya.
El mal no duró cien años, como explica el adagio, sólo 93, comenta Mario Delgado, líder de Morena, y con ello parece no querer esperar a que se oficialice el deceso de la oposición caduca, que ya no avanza.
En fin, todos los signos nos advierten de esta nueva etapa que también tiene otros problemas, el más inmediato será hacer de Morena una opción bien organizada con rumbo y forma hacia la próxima elección. Ojalá hayan aprendido que cuando no hay raíz en la militancia, nada es seguro, y la única forma de arraigarla es con ideología, se diga lo que se diga.
De pasadita
En diciembre de 2018 dimos a conocer en este espacio la operación de espionaje que se efectuaba desde un edificio rentado en las calles de Manuel Márquez Sterling, en el centro de la ciudad.
Poco se dijo o se quiso decir en aquel entonces, pero aquí explicamos que en ese inmueble trabajaba un grupo de empleados del gobierno de la ciudad que hacían seguimiento de personajes, grababan conversaciones telefónicas y muchas otras cosas que no eran muy legales.
Hoy sabemos que en el lugar operaba gente de lo que entonces era la Procuraduría General de Justicia; es más, al mando de las operaciones estaba un alto mando policiaco. El espionaje cumplía, al parecer, con las órdenes que se daban desde las esferas más altas del gobierno, según nos han contado.
Hoy son ya varios los detenidos de un grupo de cuando menos 30 personas que trabajaban en el edificio de Sterling, como se le conocía entonces, por esa actividad a todas luces ilegal. Pero no es todo, parece que en esta red están por caer algunos peces de muy respetable kilaje, ya veremos.