París. Rafael Nadal clasificó a su decimocuarta final del Abierto de Francia después de que el alemán Alexander Zverev, tercer cabeza de serie, se retiró lesionado tras sufrir una grave torcedura del tobillo derecho al intentar recuperar un tiro en el segundo set, gritando de dolor antes de ser retirado de la cancha en silla de ruedas.
“Estar en la final de nuevo es un sueño para mí, pero al mismo tiempo acabar el partido así es muy triste. Es muy duro ver llorar a Zverev, estaba jugando un torneo increíble”, dijo Nadal, quien ayer cumplió 36 años y buscará mañana su corona número 22 en torneos del circuito Grand Slam ante el noruego Casper Ruud, quien eliminó al croata Marin Cilic por 3-6, 6-4, 6-2 y 6-2.
Con 7-6 (10/8) en el primer set para Nadal y bola para el espa-ñol para forzar el desempate (6-6) en el segundo, Zverev corrió por una pelota y al deslizarse sobre la arcilla se torció el tobillo derecho, y con evidentes gestos de dolor abandonó la pista en silla de ruedas, antes de regresar minutos después con muletas para decirle al juez que no podía continuar.
Nadal, cinco del mundo, abrazó al alemán, tercero del orbe, quien se despidió entre lágrimas.
“Es muy duro, muy triste para él. Es un buen colega, sé cuánto está luchando para ganar un Grand Slam y por ahora ha tenido mala suerte, pero sé que va a ganar muchos. Le deseo que se recupere rápido”, manifestó el balear en la entrevista a pie de cancha.
“Espero que sea sólo una torcedura y no haya fractura”, anotó Nadal, quien cada día asombra por la forma en que sale adelante en los partidos pese a vivir lesionado.
El español sufre desde los 18 años el síndrome de Müller-Weiss, enfermedad “crónica e incurable” en uno de los huesos del pie que le provoca episodios de mucho dolor.
A la pregunta de si cambiaría el título por un nuevo pie izquierdo que no le haga sufrir, Nadal lo tuvo claro: “Un pie nuevo me permitiría ser más feliz en mi vida diaria. Tengo una vida por delante y en el futuro me encantaría ir a hacer deporte amateur con mis amigos. Mi felicidad va por delante de cualquier trofeo”, agregó sin vacilar.
Juego frío
Nadal empezó frío, como el día lluvioso en París que obligó a cerrar el techo de la cancha Philippe Chatrier, con lo que las condiciones de la pista cambiaron completamente.
Zverev logró el rompimiento en el primer juego del partido y lo confirmó los siguientes gracias a un servicio casi infalible y a dominar con su derecha.
El español recuperó el break en contra en el octavo juego para poner el 4-4 y tuvo tres bolas de set en el décimo, aunque más por deméritos del alemán, quien cometió tres dobles faltas casi consecutivas y falló varios golpes claros, pero el desenlace se fue a la muerte súbita, donde Nadal salvó cuatro pelotas, las dos últimas con golpes imposibles, antes de rematarle con una derecha paralela a la línea para poner broche a un primer set que duró una hora con 32 minutos.
Llevado por la euforia, el manacorí comenzó muy bien el segundo set, con un rompimiento en blanco y un segundo quiebre después del peloteo más largo del partido (44 golpes), pero su saque no fue bueno y Zverev le hizo sangrar con cada resto hasta ganarle al español cuatro juegos seguidos con su saque, algo que a cualquier jugador le costaría perder el set, salvo que te llames Rafael Nadal.
Con 4-5 y servicio para ganar el parcial, Zverev perdió el juego tras cometer tres dobles faltas. Y cuando Nadal tenía bola para forzar el tie break, llegó la desgraciada jugada que puso fin al partido.
Fue la victoria 111 de Nadal en 114 partidos en Roland Garros, para avanzar a su final 14 en París, donde no ha perdido ninguna, pero la felicidad no será comple-ta por la manera en la que llegó la clasificación.
Si el ibérico tiene una larga carrera en el Abierto de Francia, para Ruud, octavo del mundo, será su primera final, a la que llegó mostrando el juego sólido y sin fisuras que lo ha hecho el tenista con más victorias en arcilla en las dos últimas temporadas.
Tras ganar su partido, Ruud destacó que Nadal es su ídolo y que hace unos años entrenó en la academia que el mallorquín tiene en su isla natal.
“Es increíble cuando pienso que voy a jugar al fin contra él y hacerlo en una final de Grand Slam. Espero que para Rafa también lo sea, jugar contra un estudiante de su academia”, dijo el noruego.
La polaca Iga Swiatek, número uno mundial, y la estadunidense Coco Gauff (23) disputan este sábado la final femenil.