“Ciudad de México. "Nosotros no tenemos enemigos. No es mi enemigo el ex presidente Peña Nieto, ni Calderón, ni Fox, ni Zedillo, ni Salinas. Somos adversarios, pero no los considero mis enemigos”, sostuvo el presidente Andrés Manuel López Obrador. Tras describir los desatinos de cada uno en el ejercicio del poder marcó distancias: “Que yo les tenga odio, no. Si me encontrara a Calderón, a Salinas, a lo mejor lo saludaría. A lo mejor. No lo haría por cuestiones políticas, porque me afectaría políticamente”.
–Saludó usted a la mamá de El Chapo…
–Ah, sí, cómo no. Es distinto completamente, es muy distinto; o sea, un familiar de un delincuente, si no está enjuiciada y si es una señora mayor, una madre, merece todo el respeto –argumentó.
De buen talante, repasó sus diferencias remarcando que se trataba de desavenencias políticas, nada personal. Se dio tiempo de ironizar con el último tuit de Vicente Fox: ‘Esto es lo que pasa por hacer las cosas con las patas. Marranadas, puras marranadas. Tren Maya, juez federal ordena suspensión definitiva de obras en tramo.’ Es característico de Fox, lo describe muy bien”, dijo sonriente. “No ha cambiado, no sé si genio, pero figura sí, hasta la sepultura”.
Con una inusual cortesía para quienes presidieron durante la era neoliberal, su exposición lo llevó a expresar su asombro por los tiempos de la justicia estadunidense: “Acaban de resolver una denuncia muy publicitada de unos esposos divorciados que acusaban, la señora acusaba de maltrato. Ya resolvieron los jueces, pero todo el proceso tardó seis meses, o sea, el proceso judicial, y lo de García Luna lleva años, está rarísimo. ¿Por qué tanto tiempo?”
En su recorrido histórico por los protagonistas del pasado neoliberal acusó a Salinas de crear una nueva oligarquía, profundizar las desigualdades en el país y entregar los bienes de la nación”. Una apretada síntesis del salinismo, “para los jóvenes”, comentó.
A Zedillo le imputó la más pesada herencia para futuras generaciones: 3 billones de pesos de carga, amparadas en el Fobaproa, para convertir deudas privadas en una deuda pública y salvar a la oligarquía entonces recién creada por Salinas.
“¿Cuál es mi diferencia con Fox? Pues que engañó a millones de mexicanos de que iba a haber un cambio y siguió con lo mismo, siguió aplicando el salinismo como política”. Todo ello, para recriminarle haber encabezado el fraude en su contra en 2006.
Al llegar a Calderón, ocupó calificativos más encendidos: “imagínense el nivel de inmoralidad, porque él sabe perfectamente que no ganó la Presidencia. Agréguese que, de manera irresponsable, sin tener un diagnóstico, sin saber lo que estaba sucediendo y sin pensar que la paz es fruto de la justicia, entrando, entrando, declara una guerra a la delincuencia organizada. Hasta se pone chaleco militar”.
Esa fue su descripción para concluir con la célebre frase de entonces: “haiga sido como haiga sido”.
A quien sólo describió con una pincelada fue a Enrique Peña Nieto: “estoy en contra de él por el desparpajo y la corrupción que imperó”. No dijo más.