Ciudad de México. En América Latina y el Caribe, 44 por ciento de los estudiantes de primaria en tercer grado y 68.8 por ciento en sexto grado se encuentran en el nivel mínimo de competencia de lectura, por lo que “urge tomar acciones para apoyar de forma más intensiva el aprendizaje en comprensión lectora”, advierte un análisis de los resultados del Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE) 2019 en lectura y escritura.
En la presentación de los hallazgos, Macarena Silva y Carmen Sotomayor, investigadoras del Instituto de Estudios Avanzados en Educación de la Universidad de Chile, recomendaron impulsar el trabajo intensivo en vocabulario e inferencias, que son habilidades claves para la comprensión lectora.
En videoconferencia llamaron a enseñar a “comprender y diversificar las estrategias pedagógicas pensando en los múltiples elementos que son necesarios para convertirse en un lector eficiente en el mundo de hoy”. Destacaron que tanto la comprensión de lo que se lee como el dominio de la escritura son herramientas fundamentales para adquirir nuevos aprendizajes.
Señalaron que “más allá de generar alarma a causa de los resultados obtenidos por los estudiantes de la región en lectura y escritura, debemos incidir sobre qué podemos mejorar para que los niños y adolescentes consideren placentero leer y escribir lo que piensan, y que no las vean como actividades aburridas o que representan tareas difíciles”.
Sotomayor destacó que la escritura cotidiana es fundamental, pues cuanto más escriben los alumnos, aunque sea textos pequeños, mejor lo hacen, por lo que consideró que en el aula se debe promover diversos géneros para una amplia variedad de audiencias y propósitos comunicativos, además de enseñar la escritura como proceso (borradores) y dar tiempo para la escritura.
Los análisis del impacto de ambas habilidades en el proceso formativo revelan que para aprender en las distintas disciplinas, “los estudiantes necesitan desplegar una serie de habilidades como leer de forma fluida, manejar vocabulario complejo, tener un conocimiento del mundo que les permita utilizar el contexto de la lectura, capacidad de inferir y mirar la lectura de forma crítica, además de monitorear de forma permanente la comprensión para aplicarla estratégicamente cuando sea necesario”.