En la mayoría de las iglesias de Aguascalientes existe el compromiso de “adorar” al Santísimo, representado en una hostia de gran tamaño colocada dentro de una custodia metálica en el centro del altar. La costumbre indica que no debe dejarse solo ni un instante durante las 24 horas del día los 365 días del año, para ello los feligreses construyen una enorme red para rezarle y cuidarlo. Para garantizarlo, hay una persona responsable de recordar el compromiso adquirido y, en caso de que alguien no pueda asistir, tiene suplentes. La misión es no fallarle al Santísimo.
Esta costumbre ilustra qué tipo de sociedad es la hidrocálida, no es extraño que se considere enormemente conservadora. La zona del Bajío ha sido por décadas uno de los bastiones más importantes del Partido Acción Nacional (PAN). De las cuatro entidades que la conforman –Aguascalientes, Guanajuato, Jalisco y Querétaro– solamente Jalisco está en manos de un partido diferente al blanquiazul: Movimiento Ciudadano; sin embargo, durante los últimos años ha existido alternancia entre el PAN y el Partido Revolucionario Institucional (PRI), pues la izquierda siempre ha tenido un papel testimonial.
En 1992 Otto Granados obtuvo una ventaja de 53 puntos contra el panista Gerardo Raygoza Rosales; su gobierno fue muy exitoso y se comprueba en el promedio de los datos económicos que tuvo a lo largo de su sexenio: el PIB estatal creció 5.9 por ciento y tuvo la tasa de desempleo más baja del periodo 1992-2021 con 2.2 por ciento; la producción manufacturera tuvo un crecimiento exponencial de 67.7 por ciento. Además, emprendió un relevante cambio educativo durante su sexenio; no obstante, en las elecciones de 1998, el candidato del PRI, Héctor Hugo Olivares Ventura, fue derrotado por el panista Felipe González por 15 puntos. ¿Qué ocurrió? La historia cuenta que Otto Granados, quien se autodefine como un modernizador y neoliberal, no estuvo dispuesto a entregarle “su estado” al sector más conservador y atrasado del PRI, por lo que hizo todo lo posible por hacer triunfar al panista Felipe González, con quien tenía mayor afinidad ideológica.
Felipe González continuó con el proyecto, pero sólo logró durante su administración un crecimiento del PIB de 2.4 por ciento; sin embargo, en las elecciones de 2004, Luis Armando Reynoso refrendó la continuidad del PAN, derrotando al priísta Óscar López Velarde con una diferencia de 20 puntos.
Reynoso alcanzó un crecimiento de 4.6 por ciento en promedio, más del doble de lo que tuvo el país durante el mismo periodo. A pesar de este éxito económico, el candidato del PAN en las elecciones de 2010 perdió por poco más de 5 puntos ante el priísta Carlos Lozano, quien en ese momento era senador y contaba con una amplia carrera dentro de la administración estatal, había sido secretario de Fomento Económico en 1982 y años después de Desarrollo Económico en el gobierno de Zacatecas encabezado por Ricardo Monreal. La combinación de un candidato priísta con prestigio y proyecto de desarrollo garantizaba la continuidad de un modelo exitoso, en contraste, las divisiones dentro de la dirigencia panista contribuyeron a que el PRI recuperara la gubernatura.
El gobierno del ingeniero Carlos Lozano obtuvo reconocimiento nacional. En varios indicadores fue el primer gobierno estatal en instalar el mando único de policía, creó el Centro de Justicia para las Mujeres y, de acuerdo con el Inegi, obtuvo el primer lugar en la percepción de confianza en las autoridades de seguridad pública; pero, tuvo que entregar la gubernatura a Martín Orozco, actual gobernador, quien derrotó a la priísta Lorena Martínez por una diferencia menor a tres puntos.
La historia de gobernadores exitosos y “perdedores” en el proceso de sucesión ha sido una constante en la entidad. En 2016 perdió Lorena Martínez; hay muchas razones para explicar su derrota; una de ellas es el permanente roce que tuvo con el gobernador durante su gestión como presidenta municipal, además de chocar con los principios que profesa la Iglesia y el desorden existente entre ella como candidata a gobernadora y el candidato a presidente municipal. No sé cuál fue la razón de mayor peso, el resultado fue el mismo: pese al buen gobierno no hubo alternancia.
Hoy las cosas no son muy diferentes. La candidata del Frente Opositor Teresa Jiménez, ex presidenta municipal de la capital, no tuvo ni tiene una buena relación con Martín Orozco; no es su candidata y no la apoya. Se comenta que el gobernador tiene acuerdo con Morena para cerrarle el paso, por lo que definieron una estrategia de lanzar como candidata de unidad del PVEM y PT a la senadora panista Martha Márquez, colaboradora cercanísima del gobernador, con la finalidad de arrebatarle votos al PAN; aunque todo parece indicar que la estrategia no fue la mejor, a pesar de que esta semana la candidata del PVEM y PT se bajó de la contienda para apoyar a Nora Rubalcaba, candidata de Morena, los números no le están alcanzando.
En Aguascalientes todo puede pasar. Me comentan que los hoteles de la ciudad están llenos como si fuera la Feria de San Marcos, la diferencia es que las habitaciones están ocupadas por los ejércitos del PAN y Morena que se disputan con todo uno de los bastiones del blanquiazul en el Bajío. La lucha será cuerpo a cuerpo y sin reglas, se esperan golpes bajos, descontones y navajazos.