Ciudad de México. El instinto es el protagonista de la novela negra Lobo, sostiene la escritora Mónica Rojas (Puebla, 1983); ese impulso, junto con el miedo y la conciencia, “generan reflexiones incómodas” a través de figura del boxeador Lupe El Lobo Quezada.
En entrevista con La Jornada, la autora relata que al concluir la narración se dio cuenta de que la figura central no era Lupe, sino su intuición y sus miedos: “Mucho de la ternura de este personaje proviene de un instinto sumamente primitivo de supervivencia y del manejo de sus temores”.
Una de las líneas del texto resume la importancia de estos elementos: “El boxeo más que un deporte es el arte de domar el instinto y controlar el miedo”.
La narradora dedicó el libro al miedo, “porque para un mundo tan desconocido como el del boxeo y su conexión con las mafias, como periodista y escritora, en algún momento mi vida corrió riesgo. En esa experiencia, conociendo el mundo ignorado del boxeo, pensé: ‘Algo bueno tiene que salir de aquí’. Y salió Lobo, así que espero que sea bueno”.
El volumen, publicado por Nostra Ediciones y presentado este jueves, reflexiona en torno a un personaje que “no se subió al ring nada más porque sí, sino llevado por una serie de condiciones. En la vida real, a los boxeadores les pasa exactamente lo mismo, muchos de ellos ni siquiera tienen necesidad económica, pero les encantan los guamazos”.
La escritora poblana avecindada en Suiza recuerda que habló con “muchos boxeadores, tanto profesionales como amateurs, para entender esta situación. Me parecía bastante simple la respuesta de que es por dinero. Me doy cuenta, justamente conectado a la ternura, de que la mayoría, si no es que todos, tenían infancias sumamente difíciles, no necesariamente vinculadas con la pobreza, sino con la violencia, el maltrato y el abuso.
“Algunos me dicen: ‘Cuando me subo, no estoy golpeando al contrincante, estoy golpeando a mi padrastro’. Es decir, llegan a ser muy niños algunos de ellos en el ring. Toda esa ternura, este instinto primitivo de supervivencia, dónde se puede reflejar mejor que ahí, donde estamos viendo cómo se están agarrando a golpes; incluso se pueden matar, y aplaudimos. La frontera entre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, se difuminan.”
La también embajadora de Save The Children refiere que ha conversado con mujeres que han leído la novela y le preguntan por qué el personaje Celeste es tan “rogona”. “Eso ya es una reflexión. O por qué otra es tan pasiva. En el caso de los hombres, lo mismo: ¿por qué Lupe es tan macho?, y con esa pregunta ya valió la pena”.
Para Mónica Rojas, “la novela negra no trata de generar adoctrinamiento, sino reflexiones, y éstas van a ser muy diversas dependiendo de quién la lea, el ángulo y hasta el momento en el que lo haga”. Se muestra honesta y entusiasmada por esa escritura que se hace preguntas y que en ocasiones implica riesgos, si se va al fondo de las indagaciones.
Destaca que cuando comenzó en el periodismo en La Jornada de Oriente, a los 19 años, en la nota roja, se encontró contando historias reales y se dio cuenta de que tenía “una necesidad de hacer más; no puedo decir si de embellecer la realidad o de empeorarla, pero entre la literatura y el periodismo hay un juego de espejos. Ninguno de los dos ámbitos llega a retratar una realidad. Todas las realidades son fragmentos, y lo que me tocaba cubrir en el momento era uno de algo mucho más amplio; por eso me fui a la literatura.
“No quiero parecer dulzona, pero me di cuenta de que en la nota roja también sale lo mejor del ser humano; es decir, las personas que ayudan en un accidente, que colaboran cuando hay un sismo. Ese género de pronto transgrede a líneas de justicia, de ética, genera reflexión y es, precisamente, lo que permea en mi novela negra.”
Rojas sostiene que “muchos de los periodistas que terminamos siendo escritores tenemos esta necesidad de curiosear o de respondernos cuestiones que el fragmento de la nota, el espacio de la televisión o del periódico no nos permiten explorar. Siempre estamos en busca de respuestas, que a veces nunca encontramos, y por eso necesitamos ayuda de nuestros lectores”.
Una pelea con su sombra
Lobo “es mi primera novela de largo aliento. Antes ya había escrito biografía y libros infantiles. Di el salto, me lancé a la novela negra. Fue un poco como lo que realiza el boxeador cuando hace estas peleas con su propia sombra o con el espejo. De pronto, el escritor se enfrenta a uno mismo a través de la página en blanco. También tiene muchos miedos, inseguridades, como los boxeadores. Fue un entrenamiento duro.
“Me llevé cinco años desde el comienzo de la estructura del libro, la investigación, a la redacción; pasé por muchas etapas, desde estar animada estructurando finales e ideas, queriendo profundizar y aprender más del boxeo, hasta el momento en el que quería tirar la toalla por el miedo o la inseguridad sobre cómo iba a ser recibida una novela negra de boxeo escrita por una mujer.”
Superó esos obstáculos personales y ahora asume que “una mujer dé voz a un boxeador, pues qué bien; si hay mujeres que dan voz a un asesino serial, fantástico, y si hay otras que dan voz a las víctimas de la guerra, como Svetlana Alexiévich, qué formidable”.
En agosto próximo se publicará su novela basada en hechos reales La niña polaca, en la que el instinto también es importante: “Habla del Gulag estalinista y de cómo un grupo de polacos termina ahí y logra salir a México. A través de la guerra exploro el tema del instinto de supervivencia, el deseo de salir de un gulag a menos 40 grados y sobrevivir”.