Washington. El gobierno de Joe Biden, arrinconado por la inflación, activa todos los mecanismos a su alcance para tratar de contener el alza de precios y recuperar algo de popularidad a pocos meses de las elecciones legislativas de medio término, pero sus márgenes de acción son acotados.
“No hay demasiado que el gobierno pueda hacer directamente para combatir la inflación”, explicó a la AFP Gregory Daco, economista jefe de EY-Parthenon.
Joe Biden se reunió el martes en la oficina Oval con el presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell, y la secretaria del Tesoro, Janet Yellen.
Este encuentro “es sobre todo un símbolo de que la administración es consciente de que la inflación afecta a numerosas familias en Estados Unidos y es un flagelo que hay que resolver de forma urgente”, destacó Daco.
Pero también demuestra que “el gobierno no tiene el poder de limitar la inflación de forma directa”, añadió el economista.
Medidas contra la inflación requieren apoyo del Congreso
El Ejecutivo, que -como la Fed- consideró durante mucho tiempo que la inflación era un fenómeno temporal, anunció un plan para impulsar la construcción de casas y hacer más accesible la vivienda. También utiliza las reservas estratégicas de petróleo para tratar de contener la escalada de precios de la gasolina, que baten récord tras récord.
Otras medidas requieren una improbable luz verde del Congreso, tal como aumentar impuestos a los más ricos y a las multinacionales.
El gobierno también querría reducir el costo del cuidado de niños para que muchas madres puedan volver al mercado de trabajo. La escasez de mano de obra empuja los salarios al alza, y eso a su vez impulsa la inflación.
“La mayoría” de las medidas que el propio presidente barajó en una columna de prensa el lunes “requieren que el Congreso adopte una ley (¡buena suerte!), o son políticas que serán poco efectivas para reducir la inflación a corto plazo”, señaló en una nota la economista Stephanie Kelton, de la Universidad Stony Brook.
La inflación se moderó en abril, luego de alcanzar en marzo máximos en 40 años. Se mantiene sin embargo alta, en 6.3 por ciento para la medición a 12 meses según el índice PCE que sigue la Fed, y 8.3 por ciento según el índice PCI, referencia para el cálculo de pensiones.
Otra medida posible sería reducir aranceles sobre productos chinos que representan miles de millones de dólares en importaciones, una acción que el gobierno duda en llevar a cabo, en un contexto de tensiones diplomáticas con Pekín.
Sin un verdadero margen de maniobra para actuar sobre la inflación, el gobierno juega así la carta de la comunicación.
Los costos recaen sobre los ciudadanos
“El presidente destacó su intención de hacer todo lo que pueda para bajar los costos que enfrentan los estadunidenses”, declaró Yellen el miércoles en CNBC.
La ministra de Economía mencionó así “los medicamentos bajo receta, las facturas de servicios públicos, cosas en las que el presidente, solo o con el Congreso, puede hacer una diferencia”.
El martes, también hizo un mea culpa al reconocer que no supo anticipar el vigor ni la persistencia de la inflación.
El principal consejero económico de Biden, Brian Deese, dijo el martes a periodistas en la Casa Blanca que el presidente sabe que “en este momento los precios son la principal preocupación de las personas; los precios en las gasolineras, los precios en supermercados”.
Este tema es su “principal prioridad económica”, reiteró sobre lo ya dicho por el mandatario. “Podemos hacer una transición hacia un crecimiento estable sin sacrificar todos los progresos económicos, si tomamos las decisiones correctas”, añadió.
La Fed comenzó a subir en marzo sus tasas de referencia para encarecer el crédito y de ese modo frenar la demanda. Desde entonces crecen los temores de una desaceleración del ritmo de crecimiento, incluso de una recesión con aumento del desempleo.
Daco estima que ese escenario es inevitable: “La desaceleración es buscada, incluso deseada y deseable, ya que sin ella es poco probable que la inflación baje”.