El covid-19, la recesión económica y la reciente guerra en Ucrania han dejado ver que la transición energética no es inmune al impacto de los grandes eventos, e incluso la reconfiguración energética global pone en riesgo el costo de vida de la población, lo cual incluye los costos de los combustibles, señala un informe del Foro Económico Mundial.
“Los eventos ambientales, macroeconómicos y geopolíticos recientes han afectado el sistema energético de múltiples maneras y han resaltado las complejidades de la transición energética”, señala el reporte Fomentando una transición energética efectiva.
El documento reconoce que la actual coyuntura ha causado “consecuencias significativas para las personas, las empresas y las economías de todo el mundo”.
Los autores consideraron que es preciso garantizar a los hogares y a las empresas un acceso asequible a la energía, por ser “esencial para el crecimiento económico y una transición justa”.
Apunta que en la medida en que el sistema energético se reconfigura hacia la energía de fuentes renovables existirán desequilibrios temporales entre la oferta y demanda energética.
A consecuencia de ello, están en riesgo los costos de vida de la población, como alimentos, vivienda, transporte y mercancías, además de los precios de la energía.
“Los efectos de las volatilidades de los precios de la energía tienden a ser más graves para los consumidores vulnerables y las pequeñas empresas”, señala.
“Los primeros signos de las implicaciones de la transición en la equidad y la justicia indican la necesidad de medidas sólidas y bien dirigidas para proteger a las poblaciones y empresas vulnerables contra el impacto de posibles precios altos de la energía en el futuro”, destacó.
El documento indica que la actual coyuntura es una oportunidad para la diversificación de la matriz energética de los países, sobre todo para enfocarse en las fuentes que emiten menos carbono, pues ayudarían a fortalecer la seguridad energética.
“Las fuentes renovables están maduras y disponibles para un despliegue acelerado, lo que permite a los países construir sistemas de energía más diversificados, confiables y sostenibles”, señala, aunque acota que cuando se trata de importar energía, las naciones también deben recurrir a varios países y no sólo confiar en uno, como sucede con la dependencia energética europea de Rusia.