Járkov. Los proyectiles y misiles que caen sobre las ciudades de Ucrania no sólo han dejado miles de muertos, sino que han dañado edificios históricos. Las autoridades culturales buscan ahora conservarlos de manera virtual gracias a la tecnología de punta y 3D.
Antes de instalar su escáner láser, el ingeniero francés Emmanuel Durand, especialista de la adquisición de datos en 3D, cruza un sinfín de vigas y escombros. Logra colocar su trípode en una esquina estratégica del cuartel de bomberos, muy dañado por los ataques rusos.
Construido en 1887, el edificio de ladrillo rojo con su torre de vigilancia es todo un símbolo de la revolución industrial de Járkov de finales del siglo XIX.
Con su aparato, Durand “memoriza” cada detalle del edificio. “El escáner registra 500 mil puntos por segundo. Después, cambiamos de lugar y rodeamos el edificio, tanto el exterior como el interior. Miles de puntos...”, explica.
En la noche, el ingeniero junta todos los datos “como piezas de un rompecabezas” en una computadora para reconstruir el edificio de manera virtual. El resultado final es una reproducción perfecta de 5 milímetros, que se puede girar en todas las direcciones o cortar. También se pueden ver los cráteres de las explosiones que sacudieron la estructura.
“Permite recordar la situación física del edificio. Puede servir para ver lo que ha cambiado, para la seguridad. Para saber lo que hay que restaurar, pero también para aspectos de museografía” o de historia, explica.
“Tenemos una verdadera estampa del daño provocado por el misil y una réplica exacta de lo que era el edificio”, continúa.
Durand hace este trabajo de manera voluntaria en Kiev, Leópolis, Chernígov y Járkov y lo acompañan arquitectos, ingenieros, especialistas de edificios históricos y un director de museo.
“Genocidio cultural”
Sólo en Járkov, unos 500 edificios están catalogados como de interés histórico. La mayoría de ellos están en el centro de la ciudad, que sufrió los ataques rusos, explica la arquitecta Kateryna Kuplytska, miembro de la comisión encargada de identificar los sitios históricos dañados.
La experta calcula que más de 100 quedaron afectados. Y aunque el cerco sobre la segunda ciudad de Ucrania se ha reducido, los proyectiles siguen cayendo con regularidad.
“Estos frágiles edificios pueden empeorar aún más rápido. Hay que memorizar los detalles de manera precisa para estabilizarlos” y conservar su memoria de manera exacta, explica.
“El registro de los daños también se usará para juicios penales. En todo el país, observamos graves daños en el patrimonio. Es un genocidio del pueblo ucranio y un genocidio de la cultura ucrania”, sostiene, refiriéndose a “crímenes de guerra”.
Tras dos días en el cuartel de bomberos, el equipo de Durand se desplaza a la facultad de economía de la Universidad Nacional Karazin de Járkov, al lado de la sede de los servicios de seguridad ucranios, objetivo de los ataques de Moscú.
La facultad, un antiguo edificio de la época zarista y después soviética, es uno de los primeros edificios de hormigón armado y fue diseñado por el arquitecto Serguéi Timochenko, figura del estilo “ucranio moderno” de inicios del siglo XX.
Pero, ¿no es inútil este trabajo de conservación cuando la guerra continúa y muere gente cada día?
“La cultura es la base de todo. Si la cultura se hubiera extendido como debería, probablemente la gente no estaría muriendo y no habría guerra”, afirma Tetyana Pylyptchuk, de la comisión y directora del Museo Literario de Járkov.
Pylyptchuk envió la mayoría de sus colecciones al oeste del país para evitar que sean dañadas o vandalizadas durante los combates. “Hoy, las personas se dan más cuenta de lo importante que es el patrimonio cultural cuando antes nadie le prestaba atención”, asegura.