Mazatlán, Sin., Un sitio prehispánico recién localizado en Mazatlán, Sinaloa, perteneciente a la cultura aztatlán, grupo regional autóctono que data de mil años, podría determinar quiénes fueron los primeros habitantes de este puerto, confirmó Víctor Joel Santos Ramírez, encargado de salvamento del Centro Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Sinaloa.
El especialista relató que se descubrieron tres osamentas humanas completas y otras tres fragmentadas; de las primeras, dos tenían ofrendas: una vasija trípode de excelente acabado y otra en pedazos, de las que ya se han localizado en otros sitios en la entidad.
La calidad de la técnica de las cerámicas halladas demuestra que se fabricaron en la región de Sinaloa y Nayarit, cuya procedencia es poco conocida, de allí lo inédito del descubrimiento.
Santos Ramírez declaró que en el sitio no se localizaron enterramientos en urnas –que abundan en Sinaloa–, sino huesos de individuos acomodados de manera particular, aunque no es posible definir su posición, pues el suelo es duro para excavar y de ph muy ácido, por lo que el contacto con el medio ambiente fragmentó los huesos, explicó.
Agregó que la calidad de la cerámica es fina y que se sabe que no fue fabricada en el lugar, porque ahí no había barro ni hornos. Añadió que podría ubicarlos en el año 200 dC, pero aún falta precisar.
Suceso fortuito
El investigador detalló que los trabajos duraron dos semanas. Se trata de un descubrimiento fortuito, realizado a un costado de donde se construye la avenida El Delfín, en el noreste de la ciudad.
Relató que una máquina rompió la tubería de un ducto de agua que deslavó una pared de tierra dejando al descubierto restos humanos, por lo que los trabajadores informaron a la fiscalía del estado, la cual determinó que los huesos no eran contemporáneos, y se dio aviso al INAH.
Explicó que el sitio no se conocía, que lo relevante del hallazgo es que la zona no está contaminada y da certeza de que existieron asentamientos cerca de los esteros. También refirió que es parte de una cultura muy amplia, pero no como grupo aislado; es decir, no era una cultura de estuarios marginal, sino más desarrollada, que se extendió por el sur de Sinaloa, Escuinapa, Chametla, Mazatlán, Las Labradas y el norte de Nayarit.
“Es completamente aztatlán”, determinó el experto; se encuentra sobre un montículo natural, que aprovecharon, pues la alimentación de estos grupos humanos provenía del mar y sobre él evitaban inundaciones de los arroyos, de los ciclones y de las corrientes del mar.”
Perdidos durante siglos
Santos Ramírez expuso que a partir de datos del arqueólogo Alfonso Grave se conoce que la presencia de grupos que habitaron Mazatlán data de 900 dC a 1200 dC, pero que después se perdieron durante siglos, hasta que se encontraron con estas evidencias que requieren más tiempo de investigación.
El arqueólogo mencionó que de los 10 sitios que se han localizado en Mazatlán no hay ninguno como el recién descubierto –el segundo en importancia en zona de estuarios, frente al mar–, porque eran asentamientos que requerían de una relación con la sierra, no eran completamente costeros. El primero en importancia fue localizado hace cinco años en la Escuela Náutica, y fue explorado superficialmente en los años 30 por Carl Sauer.
Santos Ramírez reconoció que los grupos que habitaron estos poblados en Mazatlán se desarrollaron cerca de los esteros debido a sus formas de subsistir, ya que obtenían alimentos del mar y cazaban a los animales que bajaban a beber agua.
El arqueólogo consideró que con el reciente hallazgo no será posible determinar de qué grupos humanos se trata, pues hubo migraciones de todas partes, pero sí puede señalar que no tiene influencia de otra que ya se ha estudiado. A partir de este sitio, apuntó, podría ampliarse el conocimiento sobre las características de los asentamientos de esta cultura de la cual debe haber más evidencia.
Mencionó que al concluir la primera etapa existe la posibilidad de que se acuerde con el ayuntamiento y la Administración Portuaria (API) –instancias encargadas de la construcción de la vía– para que autoricen más semanas para seguir investigando.
La API comisionó a un equipo de empleados a los que se les impartió un curso de arqueología breve para que participaran en la excavación de los trabajos de rescate.
Lamentó que no existan recursos del INAH dirigidos a continuar con las investigaciones en el lugar, pero confió en que las autoridades municipales de Mazatlán y del gobierno del estado recuperen espacios para futuros estudios y quede constancia de vida de los primeros pobladores de la zona, con el fin de que se expongan las piezas. Propone asimismo que se construya un museo de sitio, que no estaría en el perímetro de la obra carretera, y que no se den permisos para fraccionar esas áreas sin autorización del INAH.
La arqueóloga Paola Martínez detalló que el vaso trípode hallado como ofrenda en uno de los enterramientos registra diseños identificados con la cultura aztatlán, con algunas grecas e imágenes de cuerpos que deberán ser analizadas en el laboratorio con el fin de saber su significado.
Martínez mencionó que tras concluir los trabajos de excavación sellaron el área.
En las actividades de rescate también participó el arqueólogo Eduardo Núñez.