En pocos segundos su vida dio un giro de 180 grados. Lo que creyó era café u otra bebida, le quemó parte de su rostro y hasta el hombro. Eso sucedió hace un año, y su denuncia no ha avanzado. “No hay nadie detenido, no se hizo retrato hablado” de quien la agredió con base a los videos entregados. Además, al “principal sospechoso no lo han llamado a declarar. Esta carpeta está mal”.
Yazmín Hernández Soria, de 34 años, cuenta a La Jornada que esa mañana del viernes 28 de mayo de 2021 no la puede olvidar, porque “mi vida cambió”. Dos semanas antes, su ex pareja y padre de su hijo menor le había dicho que le tenía “preparada una sorpresita”, y al sentir el intenso ardor en su piel, y el humo que emanaba de su ropa, asoció lo que estaba ocurriendo con esa advertencia.
Antes de aquel día ya había interpuesto dos denuncias en contra de él por violencia familiar, pero sólo fueron “catalogadas como lesiones dolosas que no tardan en sanar más de un mes”. Cuando en octubre de 2019 la agredió físicamente, Yazmín lo dejó. “Él me quitó a mi hijo. Va a ser un año que me lo entregaron”, contó hace unos días. “Interpuse una demanda y me lo devolvieron, probablemente eso lo molestó”.
Pese al hostigamiento de su ex pareja, llamadas telefónicas constantes, amenazas y agresiones sicológicas y físicas, nunca pensó que la situación pudiera escalar a un “intento de feminicidio”. Así fue catalogada su “denuncia penal” ante la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, en el área de delitos de género, pues estaba el antecedente de las carpetas anteriores.
El 27 de mayo del año pasado ingresó a la fábrica en el turno nocturno. Una joven estaba afuera, pero no le dio importancia. A la mañana siguiente, al terminar su jornada laboral, ahí estaba la misma persona, quien la siguió y poco antes de llegar a su domicilio, le aventó el ácido que le causó quemaduras de segundo y tercer grado. En 12 meses ha estado en el quirófano en tres ocasiones, dos de ellas para colocar injertos de piel.
Durante esa jornada de trabajo, una de las policías que custodiaban la fábrica de plásticos le había comentado que había una mujer afuera del inmueble, pero Yazmín no pensó que la buscara a ella. Traía una mochila, usaba cubrebocas y gorra, además sostenía un vaso en su mano. Supusieron que era una trabajadora nueva o que iba por alguien. Cuando Yazmín concluyó su turno, se dirigió a su casa sin preocupaciones. La acompañaba un amigo del trabajo que sabía de los problemas con su ex pareja –quien ya se había presentado en la fábrica para agredirla–. El amigo la acompañaba a su casa para asegurarse que llegara sin contratiempos.
Al salir de la fábrica, Yazmín vio que la mujer realizó una llamada por celular, pero después ni ella ni su acompañante se percataron que los seguía. Pasaron al tianguis, compraron un café y, a unos cuantos metros de su casa, la mujer se “me emparejó” y lanzó el líquido. Inmediatamente Yazmín volteó hacia la derecha y el químico escurrió por el lado izquierdo de su rostro, resbaló hasta el hombro y dañó parte del cuero cabelludo de ese lado de la sien hacia la nuca. Yazmín perdió su oreja, aunque no la audición, su ojo izquierdo también recibió parte del líquido y le destrozó su párpado.
Su compañero de trabajo –a quien le salpicaron algunas gotas– y algunos vecinos la auxiliaron, llamaron a emergencias y fue trasladada al hospital “Lomas Verdes del IMSS”, donde estuvo internada un mes.
Gracias al apoyo de la Fundación Carmen Sánchez (también víctima de quemaduras con ácido), una dermatóloga que apoya a la agrupación “me da tratamiento láser y me ha ayudado mucho, me quitó marcas y me ha bajado un poco la fibrosis. Aparte inyecta medicina para ir disminuyendo la fibrosis, he visto mucho avance. Ella y su equipo me hicieron un injerto capilar, todo sin costo por medio de la fundación”.
La atención sicológica y siquiátrica la ha ayudado, sin embargo, la depresión y el insomnio continúan. Las medicinas también le sirven, pero la justicia será la parte esencial para sobrellevar lo que ese día no sólo le marcó la piel, sino que también afectó su salud física y emocional, así como su seguridad. “Es muy difícil despertar de un día a otro así”.