Maestros y directores de educación básica consideran que la entrega de desayunos escolares ha sido uno de los programas públicos con mayor impacto en el aula, pero acusan su falta de cobertura universal para los alumnos en condiciones de pobreza. “Ha sido una estrategia que enfrentó etapas de franco abandono y estancamiento”, tanto de gobiernos estatales como del federal.
Y así ocurre, afirman, con el Programa Escuelas de Tiempo Completo (PETC) de la SEP, pues tras su desaparición en 2021 “dejó en la incertidumbre a cerca de 12 mil escuelas con servicio de comedor y comida caliente para más de un millón de alumnos”.
Consolidar en México la entrega de desayunos escolares llevó décadas, un incremento sustancial en sus recursos y la participación de los tres niveles de gobierno para llegar a las escuelas más apartadas del país, admiten los educadores.
Esther Rojas, maestra normalista en Tarimoro, Guanajuato, narra que en su infancia, en el estado de México, “las veces que probé la leche fue con los desayunos escolares. En casa éramos siete hermanos, yo era la de en medio. Te levantabas de madrugada por la leña, acarrear agua y si te iba bien, tortilla con sal y atole de masa blanca era todo lo que te daban para ir a la escuela.
“Cuando llegaron los desayunos escolares fue todo un acontecimiento. Mi mamá creía que no nos iban a dar a los más pobres, porque costaba 20 centavos. Te daban un cartoncito para marcar 20 desayunos al mes. Cinco por semana. Yo no me perdí ninguno en mi primaria. A veces teníamos los 20 centavos, a veces no, pero siempre me dieron.”
A su vez, Francisco Bravo, director de primaria y educador con más de 30 años de servicio, recuerda: “en mi carrera pude ver a muchos niños con la ilusión de recibir su desayuno escolar. Y aún hoy, en muchas escuelas, es una realidad que no todos los niños desayunan. Acceder a un alimento hace una diferencia. Un niño que no come, no puede aprender”.
El impacto del programa de desayunos escolares fue diverso. A inicio de los años 60 del siglo pasado, generó que la empresa Tetra Pak instalara su primera planta fuera de Suecia en nuestro país, para cubrir la demanda del entonces Instituto Nacional de Protección a la Infancia.
Este organismo, que se transformaría en el DIF en 1977, era responsable de la planta integradora de raciones donde se empacaban los desayunos escolares, que consistían en leche ultrapasteurizada y otros alimentos enriquecidos.
Carlos Montaño, profesor de primaria en Yuriria, Guanajuato, cuenta que al cursar sus estudios de primaria en la Ciudad de México, en la década de los 60, también recibió estos desayunos.
“Nos llevaban a unos locales que servían como desayunadores escolares. Nos daban un cuartito de leche, pan y fruta. Fue un programa importante para los chavillos, éramos de clases populares. Me tocó vivir en la colonia Romero Rubio. Éramos gente que sobrevivía, y el desayuno escolar cumplía una parte importante, por lo menos se garantizaba un alimento completo, con leche y fruta, que los niños de aquel entonces no consumíamos en casa”.
Pero fue hasta 1989 cuando el programa de desayunos escolares, entregados por el DIF, se extendió a otras entidades, pues además de la Ciudad de México, se sumaron Hidalgo, estado de México y Tlaxcala. Un año después, se integró Aguascalientes, y en 1991 se incluye a Guanajuato. Para 1994, son 19 los estados que participan.
El programa operó de forma centralizada hasta 1997, incluida una red de distribución propia. Sin embargo, el modelo no consideraba diferencias regionales en el consumo, hábitos y cultura alimentaria. Además, los costos de operación eran altos y poco eficientes, en particular para los estados más alejados.
Bajo el control de las entidades, el programa de desayunos escolares inició una nueva etapa que impuso nuevos desafíos, pues predominaron los alimentos procesados y el avance en la cobertura fue lento.
Tuvieron que pasar más de 60 años para que el gobierno federal creara, en 2007, con apoyo de la SEP, otro programa oficial que entre sus ejes centrales incluyó la entrega de alimentos escolares, el PETC. No obstante, tras más de una década de operación, sólo 42 por ciento de los planteles beneficiados tuvieron servicio de comedor.
Fortalecer y focalizar
A diferencia de lo ocurrido con el PETC, con el programa de desayunos escolares “se busca su fortalecimiento, pero de forma focalizada”, afirma Francisco Meza, encargado de la Dirección General de Alimentos y Desarrollo Comunitario del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF).
Informa que en 2021 se entregaron 775.7 millones de desayunos escolares en el país, con una inversión de 10 mil 799 millones 417 mil pesos, a través de los 32 sistemas DIF en los estados.
La meta este año, dice, es incrementar la cobertura, por lo que en la operación de los programas alimentarios estatales se proyectó distribuir 820 millones 972 mil 46 desayunos escolares, con una inversión de 13 mil 962 millones de pesos.
Los gobiernos municipales juegan un papel clave al integrar el padrón de beneficiarios en coordinación con los sistemas DIF estatales, ante los cuales debe presentarse la solicitud para incluir a una nueva escuela en el programa, además de que una de las metas del sexenio es pasar de desayunos fríos a calientes, y garantizar un mayor impacto en la nutrición de los escolares.
Al respecto, Meza especifica que en colaboración con el Centro de Investigación en Política, Población y Salud de la Facultad de Medicina de la UNAM se realiza la Evaluación del Estado Nutricional en menores en edad escolar, con la que se obtendrán datos de peso, talla, salud y alimentación, lo que permitirá la focalización del programa.
Los avances del proyecto en materia de desnutrición severa y moderada se ven reflejados en las tendencias del estado nutricional. Asegura que pese a la pandemia de covid-19 y el cierre, por casi dos años, de las escuelas, “la desnutrición severa pasó de 2.21 a 1.39 por ciento en niños y de 3.24 a 1.16 por ciento en niñas respecto a datos de 2018”.
Según datos del DIF, la desnutrición moderada “disminuyó de 7.6 a 4.46 por ciento en niños y de 9.19 a 4.88 en niñas, para el mismo periodo”. Agrega que a fin de mejorar el estado nutricional de los alumnos, los desayunos escolares aportan en promedio 360 kilocalorías, lo que representa 25 por ciento de la ingesta diaria recomendada, de acuerdo con la norma oficial mexicana NOM-169-SSA1-1998, para la asistencia social alimentaria a grupos de riesgo.
Sobre el avance en la entrega de desayunos calientes, indicó que el año pasado se logró que 65.2 por ciento fuera en esta modalidad, y el resto se entregaron en su modalidad fría. La meta, dijo, es que al final del sexenio todos los alumnos beneficiados reciban una comida caliente en su escuela, lo que garantiza el acceso a una mayor variedad de alimentos. Uno de los principales desafíos, destaca, es contar con las instalaciones adecuadas, lo que ha demandado el equipamiento de cocinas en los centros educativos. Por ello, este año los sistemas estatales DIF podrán disponer de 2 por ciento del recurso del programa para pagos de operación, los cuales pueden ser empleados en materiales, suministros y servicios.