Lo dicho. Siempre que hay un actor como presidente del jurado de Cannes, se puede contar con algunos disparates en el Palmarés. A decir verdad, el jurado presidido por el francés Vincent Lindon sólo la regó en un par de premios. Pero uno de ellos fue la Palma de Oro.
Vayamos en orden. La cosa empezó bien con el premio a la mejor interpretación femenina para la iraní Zar Amir Ebrahimi, por Holy Spider ( Araña sagrada), de Ali Abbasi. La ganadora se mostró tan agradecida que parecía no querer abandonar el escenario.
De los siguientes premios no puedo comentar, pues el covid 19 me impidió ver las películas. El premio a mejor guion fue para el sueco de ascendencia egipcia Tarik Saleh por Boy from Heaven ( Niño del paraíso). Y los reconocimientos del jurado fueron en ex aequo para la italiana Le otto montagne ( Las ocho montañas), de los belgas Felix Van Groeningen y Charlotte Vandermeersch; y la italo-polaca EO, del veterano Jerzy Skolimowski. Los primeros, que son pareja, festejaron el triunfo dándose de besotes sobre el escenario, mientras el polaco agradeció por nombre a los seis diferentes burros que interpretaron su filme.
El premio a mejor interpretación masculina fue dado con justicia al sudcoreano Song Kang-ho, por su papel en Broker, del japonés Hirokazu Kore-eda. En plan generoso –este jurado hizo prácticamente una tómbola de premios– se dio un premio especial por el 75 aniversario del festival a los hermanos belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne, por su Tori et Lokita. Aquí sí estoy totalmente de acuerdo.
Mientras que el premio a la mejor dirección fue para el sudcoreano Park Chan-wook por Heojil kyolshim ( Decisión de irse), una película que quizá estaba demasiado dirigida, valga la contradicción.
Y aquí empieza a derrapar el asunto. Por alguna razón incomprensible, el jurado decidió otorgar el Grand Prix, en ex aequo también, a Stars at Noon ( Estrellas al mediodía), el gran petardo sobre Nicaragua perpetrado por la francesa Claire Denis, junto a la muy meritoria Close ( Cercano), del belga Lukas Dhont. (Por cierto, todos los belgas en competencia obtuvieron un premio. No tienen industria, pero sí talento).
La regada final fue la Palma de Oro para la pesada sátira Triangle of Sadness ( Triángulo de la tristeza), del sueco Ruben Östlund, quien ya había ganado el mismo reconocimiento en 2017 por la igualmente sobrevalorada The Square. Así, Östlund se une al exclusivo club de los ganadores dobles de Palma de Oro. Y el productor mexicano Julio Chávez Montes confirma saber escoger los proyectos para invertir con su compañía Piano. (Ahora bien, no empiecen a decir que México ganó la Palma de Oro por su modesta participación).
Si alguien sigue prestando atención, la Cámara de Oro a la mejor ópera prima fue para la estadunidense War Pony ( Pony de guerra), de Riley Keogh y Gina Gammell. Según se sabe, la primera debutante es una conocida actriz que resulta ser la nieta de Elvis Presley, nada menos. Muy a tono con la exhibición fuera de competencia de Elvis, del excesivo Baz Luhrmann.
¿Lo mejor? El catalán Albert Serra no ganó nada.
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