La juventud en Colombia se ha manifestado de forma contundente contra la violencia, “por eso considero que sí hay esperanzas, aunque hay que luchar mucho y los obstácu-los serán mayores”, sostiene en entrevista el escritor Evelio Rosero, que recientemente publicó su novela Casa de furia (Alfaguara).
Entrevistado vía electrónica desde Bogotá, el narrador explica que tiene esperanza de una sociedad en paz. “El hecho de que yo publique un libro en mi país y tenga la oportunidad de encontrarme con los lectores, que se comunican conmigo a través de la obra y la enriquecen con otras interpretaciones, porque el lector es otro creador, hace que yo tenga esperanzas”.
Rosero (Bogotá, 1958), quien ha explorado en su obra la violencia en su país desde hace 200 años, añade que “en las rebeliones estudiantiles que hubo en el gobierno de Iván Duque, la juventud se ha mostrado entrañable, unida, con deseos de cambio. Sí hay esperanzas; finalmente, tendrá que haber una luz”.
El también periodista recuerda que desde su primera novela y hasta la más reciente, el contexto histórico se manifiesta. “No solamente en las de ficción e invención, sino en sus novelas históricas, como La carroza de Bolívar, por ejemplo, sobre todo la realidad directa de mi país: la violencia manifestándose en todos los rostros en el gobierno, en la misma guerrilla, en el ciudadano en su vida cotidiana”.
Menciona que entre México y Colombia hay un gran parecido cultural e histórico. En la violencia, el mayor parecido es “la incidencia del narcotráfico en la economía del país, en el trabajo de las personas. Esto hace que el ciudadano común esté expuesto a ejércitos en batalla”.
“Ahora, en nuestro país, el Congreso y el Senado están abatidos, entregados al narcotráfico. Muchos magistrados son cabeza o parte de esos grupos criminales e inciden en la ley para proteger a los narcos. Aparentemente, estamos viviendo una democracia, pero eso no es cierto: es un estado de guerra, de enfrentamiento permanente.”
Evelio Rosero relata que “Colombia va a ir a las urnas en estos días, va a votar por el menos peor, porque todos son peores. No tengo mayores opciones en el ámbito político colombiano. No creo que haya un candidato que esté realmente interesado por la suerte del país, del pueblo colombiano”.
Años 70, época de ensueño
Sobre su novela Casa de furia, la describe como el clímax de su búsqueda literaria sobre el tema de la violencia, junto con Los ejércitos y En el lejero. “Estas tres novelas son definitivas para mí. El logro literario más profundo que he podido realizar en mi trabajo”.
Sobre su narración más reciente, ubicada en los años 70, el novelista menciona que es “una década importante en la historia colombiana, en que se comienza a traficar con la mariguana; la cocaína todavía no está tan fuerte en el ámbito del narcotráfico. Estamos en el albor de la guerrilla. Muchos jóvenes quieren ir a la lucha armada en las montañas. Otros quieren luchar en Nicaragua con los sandinistas.
“Es una época de ensueño, de idealismo, sobre todo, que cubre ese entorno de la sociedad colombiana. Respecto a lo cultural, es la fuerza del auge literario latinoamericano, con Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. Es el comienzo de la intolerancia política, de la fuerza del narcotráfico, de su participación directa en la ley colombiana.
“Lo que más abunda en el trabajo novelístico de esta obra es la impunidad por todos los lados. Un país donde hay impunidad no genera esperanza a los ciudadanos, a los jóvenes, a quienes se proponen trabajar por un mañana común. En la novela hay una gran fiesta que convoca, pero el último invitado va a ser el país con la violencia, y es el que determina todo.”
Su escritura, agrega Rosero, “obedece a un trabajo de intuición. No trabajo con un plan predeterminado en mis obras, sino que a veces me dejo arrastrar por la intuición, y el argumento se va desplegando con apariciones esporádicas de personajes que yo no había tenido en cuenta.
En torno a su trabajo escritural, reflexiona, la participación de los animales es constante. “Desde la primera novela, Mateo solo, donde hay un gato, que podríamos definir como protagónico. En Casa de furia uno de los capítulos iniciales es el de la mula Rosita.
Sobre las protagonistas femeninas, las hermanas Caicedo y su madre, Alma, relata que “forman como un emblema de confianza, de esperanza, sobre todo Uriela, que ama a los niños. “Ella es la más ‘intelectual’, poética. Hay un contraste entre el odio y la violencia, y la esperanza que aportan sobre todas las mujeres, al cambio, a lo transparente, a lo bueno del porvenir.”