Lejos de diseñar un capitulo laboral reforzado para los profesionales de la salud que atenderán –por instrucción presidencial– a la población sin seguridad social, la convocatoria de nuevas contrataciones del Programa IMSS-B (PIB) en Nayarit (29.3.22) confirma que la 4T sigue sin ubicarlos como el alma estratégica y columna vertebral del proceso de atención.
Ese capítulo laboral reforzado debería formar parte del nuevo modelo de atención semiurbano/urbano que demanda el encargo presidencial y que no puede ser el Modelo de Atención Integral a la Salud (MAIS) del PIB, orientado a poblaciones rurales dispersas (Sánchez, Leal, Escobar y León, Acción Comunitaria en el IMSS-B. Visiones operativas de la otra historia, 2021).
Como en otros 18 estados, Nayarit nunca fue descentralizado y el PIB enfrentó los ajustes del periodo neoliberal. Hacia 1990, un promotor de Acción Comunitaria –como el asesor del área médica– disponía de 24 días de comisión mensual en los que visitaba la unidad médico rural (UMR) y las localidades de acción intensiva (LAIs) para capacitar en prevención y autocuidado de salud. Hoy, en IMSS-Robledo la comisión dura cuatro días al mes para las mismas tareas. Igualmente, en un año, Acción Comunitaria visitaba las LAIs 288 días. Hoy se reducen a 48.
Sin embargo, para la federalización de la salud en curso, con el bautizado Modelo de Atención Integral a la Salud-Bienestar (MAIS-B), Nayarit se amplía de una región –con 87 UMRs y sus correspondientes Brigadas de Salud para un solo hospital rural (HR): San Cayetano– a seis regiones. Y también crece de cuatro a 21 zonas de servicios médicos con 12 hospitales más. Pero varios requieren mejoras (no se sabe si ya realizadas) en: Rosamorada, Santiago Ixcuintla, Tecuala, Compostela y Antonio González Guevara. Y otros, conservación y mantenimiento: Acaponeta, Jesús María, Ixtlán del Río, Puente de Camotlan, Tondoroque, San Francisco, Las Varas. ¿Están en condiciones para atender el encargo de AMLO brindando atención a la población nayarita con daños severos a su salud?
Es claro que la fuerza del PIB-Nayarit radicó más en sus acciones preventivas y mucho menos en las especialidades médicas. Alfabetizando en salud lograba un impacto con menos demanda médica de segundo y tercer nivel.
Así lo confirma un Diagnóstico estatal de salud (2013) que documenta que se contaba con 348 comités de salud activos, 205 auxiliares de salud, mil 693 promotores voluntarios, 286 parteras empíricas, 40 curanderos, así como una organización de médicos indígenas tradicionales estatales (https://bit.ly/38UN4ci pp-90).
Todos estos recursos corresponden a la infraestructura formada y capacitada por el PIB. Son pocos. Pero no hay que perder de vista que forman parte de sólo una de las seis regiones con que hoy, con el MAISB, Robledo ha divido a Nayarit. Ciertamente, si las otras cinco regiones creadas de un plumazo dispusieran de recursos similares, la Acción Comunitaria preventiva del MAISB estaría apenas suficientemente cubierta. Lamentablemente, no es así. El mismo diagnóstico ya citado establece con precisión la inexistencia de una estrategia para el trabajo en salud con la pobla-ción indígena.
La esencia del PIB-Nayarit es su naturaleza preventiva. La reducción de los días de campo correspondientes a Acción Comunitaria no resiste el más ligero análisis. Capacitar siempre será más oportuno que dejar crecer la atención médica. El diagnóstico muestra que los nayaritas viven más, aunque predominan los padecimientos crónicos degenerativos, la salud mental, además de los accidentes viales y muertes violentas.
Operar sobre los determinantes de la salud del agravado perfil de daños –con atención primaria a la salud (APS)– nunca podrá ofrecer resultados de corto plazo. Esa era, justo, la apuesta del PIB-Nayarit: prevenir en el largo plazo. Y eso es lo que requiere la federalización en curso: un nuevo modelo federal de atención, equilibrado entre acción comunitaria y atención médica (APS), ajustado al actual perfil rural-urbano de salud y dotado de un capítulo laboral reforzado, a la altura de la labor que desempeñan los equipos de salud que atienden el universo del compromiso. Ello inauguraría un régimen sanitario 4T y no sólo un cambio de políticas sexenales.
Pero Robledo quiere resultados inmediatos para lo que denomina “política de Estado”. Busca “crecer” de lo rural disperso a lo urbano sin diseñar el nuevo modelo de atención que demanda la federalización.
Atender los impactos del agravado perfil de salud debería premiar la labor de los profesionales de la salud que se ocupan del encargo presidencial, sobre todo después de su destacado desempeño durante la pandemia con un capítulo laboral reforzado. Nunca es tarde para empezar.
* Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco