El acto de lanzamiento de la precandidatura de Lula a la presidencia de Brasil se dio como un encuentro multitudinario, con la participación de 4 mil personas, en un espacio amplio, en Sao Paulo. El mitin fue simple, en el sentido de que, a pesar de la presencia de dirigentes de los siete partidos que ya apoyan a Lula y a otros, además de dirigentes de movimientos sociales y personalidades políticas, sólo Lula y su candidato a vicepresidente, Geraldo Alckmin, han hablado. (Alckmin se contagió de covid-19 e hizo su discurso por Internet, desde su casa.)
El encuentro buscó ser una especie de redición del acto por las elecciones directas en el país, al final de la dictadura, en el cual participaron políticos de distintas corrientes, unidos por la lucha para que el primer presidente civil de Brasil, tras la dictadura militar, surgiera del voto directo de los brasileños.
Esta vez Lula reunió a todas las corrientes de izquierda, a los partidos de centro y a todas las fuerzas antibolsonaristas, que es el criterio de la amplitud del frente con que Lula pretende aislar políticamente a Bolsonaro y religirse como presidente de Brasil. La demostración de fuerza política fue impresionante, por la masividad y la representatividad del acto, con el MST, el MTST, la CUT, la UNE. Negros, mujeres, jóvenes, indígenas, LGBT+, todos estuvieron presentes en el acto.
Lula lanzó un Movimiento Vamos Juntos por Brasil, al cual espera que se sumen otras fuerzas, personalidades y personas comunes, para dar a su campaña la amplitud que haga de Lula el candidato de la democracia, de la sociedad civil, de todos los que se oponen, de una u otra forma a Jair Bolsonaro. La idea es combinar unidad y diversidad en la representación de amplias fuerzas que hoy encuentran en Lula la única vía posible de derrotar al presidente actual.
El lanzamiento es todavía de una precandidatura, dado que el plazo para el comienzo legal de las campanas electorales no ha comenzado. Solamente entre el 16 de agosto y el 1º de octubre, habrá propaganda en los medios de comunicación y los actos públicos serán autorizados.
Frente a las preocupaciones sobre la seguridad personal de Lula, él ha expresado que son las necesidades políticas de la campaña las que definirán la forma de las concentraciones públicas. Se supone que, por el carácter del liderazgo de Lula, por el apoyo con que ya cuenta y por la intensa disputa electoral, que Lula protagonizará.
Lula cuenta, según el promedio de las encuestas, con 45 por ciento de votos, en contra de 31 por ciento de Bolsonaro –quien creció con la salida de Moro de la disputa y de las encuestas. Con esos resultados, Lula ganaría en primera vuelta. Pero, en caso de que los dos llegaran a la segunda vuelta, Lula ganaría con ventaja de más de 20 puntos.
Bolsonaro, a su vez, hizo el lanzamiento de su precandidatura a la relección. El acto se celebró en el Centro Internacional de Convenciones, en Brasilia. Se hicieron nuevas afiliaciones de adeptos de Bolsonaro al Partido Liberal (sic), al cual está afiliado el presidente. Ese es noveno partido al cual ha pertenecido el actual presidente de Brasil. Antes él fue miembro del Partido Demócrata Cristiano, del Partido Progresista Renovador, del Partido Progresista Brasileño, del Partido Laborista, del Partido del Frente Liberal, del Partido Progresista, del Partido Social Cristiano y del Partido Social Liberal.
Lula, al contrario, fue fundador del PT, del cual siempre ha sido miembro. Lula pelea esta vez no sólo para ganar, ojalá en primera vuelta, pero sobre todo para derrotar planes golpistas a los cuales se ha adherido Bolsonaro, conforme se ha dado cuenta de que puede perder en el voto.
El discurso de Lula, escrito esta vez, hizo un manifiesto a la nación. Habló no sólo como el más grande líder político que Brasil ha tenido, sino como un gobernante, como un estadista. Fue un discurso de programa de gobierno, anunciando lo que espera sea el futuro del país. La confrontación entre el Brasil de hoy y el que promete fue eje de su pronunciamiento. Como es la línea actual de toda la izquierda, Lula no ha mencionado el nombre del actual presidente, aun al criticar profundamente el gobierno actual.
Defendió las empresas estatales, que promete recuperar. Prometió el rescate de los bancos públicos, de los programas sociales que han permitido a Brasil, por primera vez, disminuir las desigualdades que caracterizan al país. Defendió a las universidades públicas, a la tecnología y a la ciencia. Reivindicó fuertemente la cultura y a los artistas. Prometió retomar la política externa de soberanía nacional.
Habló de la sexta economía del mundo en que Brasil se había convertido en los gobiernos del PT, y ahora está en el lugar 12. De la mejoría de las condiciones de vida de toda la población. Invita a que Brasil vuelva a tener futuro.
Concluido el acto, Lula retomó las caravanas por Brasil. Fue a Minas Gerais y a Santa Catarina. Hasta el día 17, porque se casa al día siguiente con Janja –como es conocida–, una mujer que lo acompañó durante todo el tiempo en que estuvo preso. (La otra herencia, entre tantas, es la perrita llamada Resistencia, que estuvo todo el tiempo en la Vigilancia en Curitiba.
El acto fue el más importante, hasta aquí, de la campaña presidencial más importante de Brasil –porque coloca el país entre la prolongación, impensable, de lo que el país vive ahora, y el retorno de Lula y de la democracia–, la campaña pasa a un nivel más alto. Los medios tuvieron que transmitir el acto y el discurso de Lula.
Lula trató de transmitir la confianza no sólo que él ganará las elecciones, que hay fuerza para derrotar cualquier intento golpista, para que él asuma el gobierno el 1º de enero de 2023 y conduzca a Brasil a la democracia, al crecimiento económico y al combate a las desigualdades. Lula sale del acto como el candidato de la democracia.