Londres. El premier británico, Boris Johnson, volvió a negarse a dimitir ayer, después de que un esperado informe sobre el partygate responsabilizó de las fiestas celebradas en Downing Street durante los confinamientos por el covid-19 a los “altos funcionarios”.
“Entiendo que la gente esté indignada”, dijo en rueda de prensa, tras la publicación de las conclusiones de la alta funcionaria Sue Gray, responsable de la investigación de las fiestas.
“Dado lo que está pasando, creo que es mi responsabilidad seguir adelante con prioridades como la guerra de Ucrania y la crisis por el costo de la vida en Reino Unido”, subrayó el premier.
Horas antes, asumió ante el Parlamento “plena responsabilidad” por las fiestas celebradas en sus oficinas, pero se justificó al defender que, en plena pandemia, sus colaboradores trabajaban muchas horas.
Sus argumentos no convencieron a la oposición. El nacionalista escocés Ian Blackford lo acusó de haber “perdido la poca autoridad moral que le quedaba” y volvió a pedir su dimisión, como también hizo el Partido Laborista.