Santiago. Si el presidente chileno, Gabriel Boric, quiere abordar con alguna perspectiva de éxito el tratamiento de la deuda histórica del Estado con los pueblos originarios y particularmente con los mapuches, su gobierno debe hablar directamente con los "presos políticos mapuches" para generar confianzas y un canal de diálogo directo con las organizaciones territoriales, plantea el historiador Fernando Pairican Padilla.
Se trata de unas 20 personas, al menos, que están en las cárceles del país, algunos en prisión preventiva y otros cumpliendo sentencias, a las cuales los grupos insurrectos de resistencia los consideran "presos de conciencia", mientras que para el Estado chileno son "reos por delitos comunes".
En conversación con La Jornada, a propósito de la publicación de su más reciente libro La vía política mapuche, el académico observa que el proceso constitucional, a partir de definir al país como plurinacional e intercultural, está abriendo una hoja de ruta adecuada para reparar la apropiación de territorios, la exclusión, marginalidad y explotación centenaria de los pueblos primeros; pero a la vez advierte falta de claridad y confusión gubernamental en su acercamiento al mundo indígena.
Por ejemplo, dice, "hay elementos dentro del gobierno que siguen siendo de la vieja clase política y que son responsables de la mayor violencia del Estado hacia el pueblo mapuche, en específico, los integrantes del Partido Socialista (PS)". Pairican se refiere a que durante el segundo gobierno de la presidenta Michelle Bachelet (2014/18), funcionarios de alto nivel gubernamental y militantes de esa organización política, avalaron una operación ilegal a cargo de Carabineros que incluyó la falsificación de "evidencias" para criminalizar a dirigentes mapuche, un montaje que fue acreditado por el Ministerio Público y cuyos responsables están formalizados penalmente.
Hoy, el subsecretario del Interior y militante del PS, Manuel Monsalve, está a cargo de la crisis de seguridad en el Wallmapu, el territorio primigenio de los mapuche y donde ocurre el conflicto por su recuperación.
En su libro -donde reivindica que el movimiento indígena estaba inicialmente excluido del debate constitucional pero que logró abrirse paso a participar y nutrir desde su perspectiva el proceso chileno-, el doctor en historia explica la coexistencia y divergencias de las corrientes "rupturista" y "gradualista" en aquel.
Flexibilidad de las militancias étnicas
¿Son complementarios gradualismo y rupturismo?
“Creo que sí, porque la militancia y las biografías de los militantes mapuches son heterogéneas, algunos estuvieron en el proceso de reivindicaciones de tierras más activista 10 ó 20 años atrás, y hoy están en la arena electoral; pero también tenemos el tránsito de antiguos militantes que eran más conciliadores y que hoy están en una postura más radical; eso demuestra que las militancias étnicas son flexibles, pueden cambiar de posición según el contexto general”.
El rupturismo rechazó al proceso constitucional, ¿los avances en el texto respecto de los pueblos originarios, disipan dudas en esos sectores?
"La institucionalización de derechos sería una pérdida de la perspectiva más insurreccional del movimiento, así lo han planteado sus expositores como Héctor Lleitul (líder de la Coordinadora Arauco Malleco), uno de los referentes de esa línea mapuche, también otras organizaciones como Resistencia Mapuche Lafkenche (RML) y Weichan Auka Mapu; ellos no ven con perspectiva positiva el proceso constituyente ni se conforman con consagrar algunos derechos. Las razones me parece son más de táctica política que temas de fondo, es cómo visionan el futuro o cómo entran en procesos de diálogo o de crisis según el avance o no de la institucionalización de los derechos colectivos de los pueblos originarios".
Dice usted que se requiere unidad del pueblo mapuche y de sus organizaciones, ¿cuál es el estado de esa unidad?
"Es un pueblo que siempre ha tenido diversidad y la unión ha sido táctica para momentos coyunturales, porque están una muy arraigadas nuestras identidades territoriales. La unidad es lo que hace la fuerza de un pueblo, pero hay diferencias estratégicas y no se avizora todavía una unión como pueblo; o más bien, hay unión como pueblo pero está dividida por estrategias para conquistar los derechos colectivos y no veo puentes de diálogo entre los sectores más rupturistas de la autonomía, porque los gradualistas siempre están dispuestos a conversar, pero en los sectores rupturistas normalmente su discusión es peyorativa contra los militantes de este sector del movimiento, entonces no se ven puntos de convergencia".
Boric, con disposición al diálogo
¿Cómo le parece que Boric ha tratado el tema indígena?
Ha demostrado disposición de diálogo como otros gobiernos no lo hicieron, una voluntad que no ha sido respondida por el mundo mapuche o los movimientos rupturistas de la autonomía. Pero también siento que las políticas que el gobierno ha creado son muy "culturistas" y sin sustento político, por tanto no hay respuestas políticas para un conflicto que es esencialmente político. Y como no lo hay, más allá de anunciaciones positivas y gestos que son importantes pero no trascendentales, no ha logrado mermar la desconfianza del mundo indígena que hace un diagnóstico -porque no es acéfalo el movimiento indígena-, que hay una continuidad colonial de los gobiernos anteriores respecto del pueblo mapuche.
"También hay elementos dentro del gobierno que siguen siendo de la vieja clase política y que son responsables de la mayor violencia del Estado hacia el pueblo mapuche, en específico, los integrantes del Partido Socialista. Entonces, se le pide al pueblo mapuche que inmediatamente, como si fueran robots, gire a favor del gobierno cuando hay elementos de continuidad que hacen que el mundo indígena tenga desconfianza.
"Eso no quita el uso excesivo de la violencia por parte del movimiento indígena, también está debilitando las posibilidades de abrirse a dialogar con uno de los pocos gobiernos que sí tiene disposición a avanzar en una forma más profunda que los gobiernos anteriores".
¿Cuál sería la forma correcta de llevar a la práctica esa voluntad de diálogo?
"Tiene que haber un debate sobre la prisión política, la situación de los presos políticos; un diálogo sin cámaras, silencioso, sin propaganda, ir al Wallmapu y hablar directamente con los dirigentes del movimiento mapuche, ese sería un paso importante.
¿Qué efecto tiene sobre este cuadro el despliegue de los militares en el Wallmapu?
"Es una respuesta que demuestra lo complejo que es gobernar, recuperan la forma estratégica que más le criticaron al gobierno anterior, ahí hay un retroceso político. También en lo concreto porque el conflicto en el sur no ha mermado y gobernar significa tomar decisiones que son impopulares y eso es lo que hizo e gobierno, tiene muchas contradicciones en la forma de abordar el tema, no hay una claridad cómo quieren desarrollar la política indígena.
¿Tiene la sensación de que las cosas van de mal en peor, se está desperdiciando una oportunidad?
"El gobierno ha demostrado intención, le falta ingeniería política, está comenzando dentro de un contexto latinoamericano e internacional de conflictos, las democracias no logran responder a las nuevas conflictividades ciudadanas e indígenas, no es posible resolver un conflicto de cien años en meses, pero hay un tema general de que las democracias están en un punto de evolución o de cambio.
¿Qué interpretación puede hacerse del ataque armado a mapuches que ocurrió esta semana en el Wallmapu?
"Es un hecho muy triste para el pueblo mapuche, no cabe en mi cabeza de humanista que una persona que sale a trabajar sea atacada, si son mapuche o no los atacantes tendrán que responder y reflexionar sobre lo que hizo. El movimiento mapuche que hace uso de la violencia, tiene que separar las cosas entre las empresas forestales y el mundo de los trabajadores forestales, donde hay labores muy precarizadas.
"Este es un problema que las forestales han generado porque al buscar una salida al conflicto, lo que hacen es entregarle un proyecto de inversión al mundo mapuche generando una división un conflicto mapuche frente a un tema de fondo que es el rol de las plantaciones en este negocio. Los empresarios forestales siguen cotizando granes fortunas a nivel internacional y quienes se están destruyendo por un dinero mísero es el pueblo mapuche.
Mal uso del concepto “buen vivir”
Boric ha usado la palabra dialogar pero no negociar ni autonomía, ¿son importante estos conceptos?
"Estoy de acuerdo, pero la autonomía que es el proyecto indígena, eso está dentro del proceso convencional. No hay una claridad cuál es la hoja de ruta del gobierno, el concepto del "buen vivir" que están ocupando en su programa es un mal uso de un concepto indígena que está relacionado con los derechos de la naturaleza que significa una armonía en el uso de los recursos; por tanto si tienes el extractivismo de las forestales en territorio indígena, claramente no hay un buen vivir.
¿Cuál diría usted que sería una hoja de ruta correcta?
"En la Convención Constitucional está la hoja de ruta, los derechos indígenas están ahí, luego debe haber una política de restitución de tierras, un dialogo con los grupos más radicales, creo que el gobierno debe tener la capacidad e ir a las cárceles y hablar con los presos, que ellos los deriven a sus organizaciones y comunidades y poder dialogar con los movimientos más radicales para conciliar y llegar a un acuerdo para llegar a un parlamento, hay que preparar el terreno si el objetivo es parlamentar.
¿Será posible eso si los mandatarios son identificados como representantes del PS, marcado por un política muy sucia respecto del pueblo mapuche?
"No es fácil pero hay que hacerlo, hay que trabajar, tienen que generar los mecanismos para producir confianzas.
¿Tiene usted una sensación de última oportunidad?
"Pareciera que hay una era de inseguridad a nivel global y como se ha ido radicalizando el accionar del mundo indígena en el último tiempo, y donde el germen de violencia se ha maximizado por distintos grupos, es posible visualizar que este es el momento en que se avanza en los derechos o bien es muy probable que la violencia logre desarrollarse y perpetuarse".
Héctor Llaitul y otros dirigente rupturistas deberían darle una oportunidad al dialogo y la negociación?
"Cualquier movimiento que se plantea de liberación nacional siempre tiene que tener un grupo político dispuesto a dialogar y negociar, si no se transforma en un grupo foquista que va a esperar que se incendie la pradera y no estoy seguro si eso va a suceder, no veo las condiciones subjetivas para replicar movimientos de carácter foquista. Los movimientos que han sido victoriosos han logrado unir lo político, lo social y lo cultural para generar hegemonía y eso no lo estoy viendo en esta organización, la cual respeto y creo ha sido muy importante en la historia mapuche, pero debes saber adaptarte a los cambios de contexto político para seguir siendo una organización de transformación".