Ciudad de México. La provincia mexicana de la Compañía de Jesús informó que esta mañana el papa Francisco saludó en el Vaticano a la madre buscadora de Michoacán María Herrera Magdaleno.
La defensora de derechos humanos le entregó una misiva al pontífice en la que le indica que “México ha llegado a más de 100 mil personas desaparecidas por la violencia. Yo María Herrera tengo cuatro hijos desaparecidos: Raúl, Jesús, Luís Armando y Gustavo”.
Añade que “ante la indiferencia de nuestros gobiernos las madres tenemos que salir a buscar con nuestras propias manos, picos y palas”.
La originaria de Pajacuarán, Michoacán, acudió en representación de miles de familias mexicanas.
En el escrito le pide rezar por las madres buscadoras y que llame a “nuestro gobierno a buscar a los desaparecidos y a detener la violencia”. Así mismo pide que a los pastores mayor acompañamiento ante esta situación y a la sociedad ser “más empática con nuestro dolor”.
En el documento detallo “esta dolorosa realidad, así como sobre el rezago forense de los más de 50 mil cuerpos y restos sin identificar”.
El Papa la bendijo, en representación de todas las madres y familias que buscan a sus seres queridosdesaparecidos.
La congregación destacó que el “encuentro constituye un llamado a los gobiernos a buscar a todas las personas desaparecidas, a identificar a las personas que aún no han recibido digna sepultura por la crisis forense y a adoptar políticas públicas efectivas para reducir la violencia”.
También es una “invitación a las iglesias, comunidades de fe y a la sociedad a desarrollar mayor empatía con las víctimas de la violencia”.
Acompañaron a la señora María representantes de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús y del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez.
En su visita a Roma, María Herrera también recibió, para “todas las familias que buscan a sus desaparecidos y desaparecidas”, palabras de aliento del Cardenal Michael Czerny, prefecto del Dicasterio de Desarrollo Humano Integral; del General de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa; de Mónica Joseph, superiora General de Jesús María; y del arzobispo anglicano Ian Ernest.