Chilpancingo, Gro., La Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, acusada de ser “un nido de guerrilleros”, y de promover el vandalismo durante sus manifestaciones de protesta, se mantiene activa con una demanda central: la presentación con vida de 43 de sus alumnos, desaparecidos en Iguala el 26 de septiembre de 2014.
“Es incierto el futuro de la Normal de Ayotzinapa, y de las demás escuelas rurales, pero vamos a luchar para impedir su cierre, como lo pretende hacer el gobierno”, advirtió Mario Urióstegui, miembro de la Comisión Política de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero.
Consideró que las autoridades “van con todo contra el normalismo rural, porque despierta conciencias, y nosotros como egresados necesitamos reorganizarnos, y apoyar a nuestras escuelas para que no las cierren”.
Egresado de la generación 2001-2005 del plantel, rechazó que la Normal de Ayotzinapa sea “nido de guerrilleros (...) y que ahí nos preparan militarmente, y todas esa estigmatizaciones que se han dicho de nuestra escuela. Más bien deben saber nuestros adversarios que Ayotzinapa es un lugar en donde se logra despertar la conciencia de los seres humanos”.
Urióstegui, originario del puerto de Acapulco, narró que cuando llegó a la Normal de Ayotzinapa “me dieron un machete para chaponar (el pasto), lo que no estaba acostumbrado a hacer”, y ahí “aprendí a estar solo, a vestirme solo, a trabajar, a comer; es una experiencia muy agradable, única, (...) y eso lo lograron hacer las normales rurales”.
Mencionó que fue enviado a Ixtayotla, comunidad del municipio de Heliodoro Castillo, donde “estás en contacto con la gente, que nos apoya bastante, comparte lo poco que tiene, sus frijolitos, sus tortillas con salsa, a veces engordan un pollito y te invitan a comer”.
Explicó que, a pesar de los grupos criminales que operan en esa zona, “hasta ahora hay un respeto por el maestro que está en la sierra, a diferencia de lo que pasa en Acapulco, en donde al final de año aparecen cartulinas que dicen ‘ya sabemos que se acerca el aguinaldo’”.
Comentó que su madre le pide “‘hijo, ya regrésate a Acapulco’. Yo le digo que no, porque allá no voy a saber quién me va a dar mi balazo, y en la sierra nos conocemos, porque en cada comunidad hay gente de ellos (las agrupaciones armadas)”.
Arturo Miranda Ramírez, uno de los líderes de la Asociación Cívica Revolucionaria y compañero de Lucio Cabañas Barrientos en la Normal de Ayotzinapa de 1956 a 1962, hoy catedrático universitario, rechazó que su alma mater forme guerrilleros, lo que consideró “completamente falso, una cosa es que nosotros como hijos de campesinos pobres hayamos tomado conciencia de nuestra realidad al estudiar en dicho plantel, y otra que ahí nos hayamos hecho guerrilleros”.
Mencionó que, sin embargo, ahí estudiaron jóvenes que posteriormente fueron guerrilleros, como “José Luis Martínez, que fundó el Movimiento Armado Revolucionario”, y Carmelo Cortés Castro, “que encabezó las Fuerzas Armadas Revolucionarias”.
Recordó que otro compañero de Lucio Cabañas fue “Jacob Nájera Hernández, que está desaparecido; también Inocencio Castro, que durante el secuestro del ex gobernador Rubén Figueroa Figueroa (en 1974), fungió como enlace con Lucio; y está el caso del maestro Félix Bautista Matías, el Lucio de abajo, que participó como mensajero del fundador del Partido de los Pobres, Lucio Cabañas Barrientos”.
Hoy, los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa demandan aumento al presupuesto para el plantel, a las becas, al comedor, al mantenimiento de las instalaciones, y apoyo para los módulos de producción, entre los que destacan la siembra de hortalizas, maíz, al igual que criaderos de ganado vacuno y porcino.
Pero en los últimos siete años, la mayor exigencia es la presentación con vida de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala, cuyas edades van de los 18 a los 33 años de edad.