Hace muchos años, la artista Lorena Camarena (Ciudad de México, 1974) descubrió una manera de pintar que refleja una visión íntima del mundo desde donde lo mira: creación y destrucción, caos y orden, opresión y liberación.
Con el título Palma y pólvora: Pintura de Lorena Camarena, el Museo de la Cancillería ofrece un guiño a este mundo de paisajes que no existen más que en la imaginación de la artista, aderezados con objetos sobrepuestos que crean relaciones “no lógicas o no lineales”.
Los 21 cuadros, realizados en acrílico, encierran “belleza que es violenta, silenciosa soledad, paisajes donde lo humano se quedó por olvido o descuido”. Los cuadros se presentan como “un retrato arqueológico de nuestras soledades y nuestros miedos”, escribe la artista a manera de declaración de principios en el catálogo de la exposición.
Naturaleza y acción
El título Palma y pólvora... alude a la presencia de naturaleza y de lo humano. “La planta de palma representa lo natural: luz, aire, sol y sombra, aunque también se refiere a la palma de la mano, a la presencia humana. Pólvora es la representación de una acción, una destrucción. El hilo conductor de las obras son sombras transformadas en luz”, apunta Camarena.
Al usar figuras de plantas y objetos, la pintora convierte las sombras en luz o al revés. La referencia a la sombra es en sentido metafórico, ya que alude a lo que permanece oculto en la memoria, los claroscuros pertenecientes a la naturaleza humana. La temática central de la muestra es “la mortalidad, la belleza, lo efímero y la memoria”.
Árboles, plantas y ramas comparten el espacio pictórico con elementos como un foco, un hueso o un cráneo. “Lo abstracto y lo concreto habitan en un mismo espacio pictórico y crean un reino”, precisa la artista.
Para el crítico de arte Érik Castillo, Palma y pólvora... contiene “un relato, en clave más o menos hermética, a propósito de las pulsiones de creación y destrucción manifiestas en el despliegue de las prácticas civilizatorias de la especie humana en el hábitat. El reino natural industrializado, colonizado, devastado, pero también imaginado, conocido, explorado y adaptado a lo largo del desarrollo de la era antropocénica es, en realidad, un reino híbrido producto de nuestra intervención y resultado de nuestras prácticas y dinámicas de vida y organización social”.
El imaginario de Palma y pólvora sería algo así como “la mirada autorreflexiva (neorromántica) de un ‘yo’ que es el de la artista misma y el de cualquier espectador cómplice, durante un trance de contemplación del estado de cosas del mundo actual concebido bajo la apariencia –casi radiográfica– de un metapaisaje.”
Palma y pólvora: Pintura de Lorena Camarena permanecerá hasta el 3 de junio en el Museo de la Cancillería (República de El Salvador 7, Centro Histórico).