En El guiño de la Medusa, monumental óleo sobre mármol, Peñalta, nombre artístico de Alan Jorge de Rosenzweig (Ciudad de México, 1963), libera “seres y personajes que representan la vida prehistórica y la actual” atrapados en los misterios de la roca. Algunos de estos reptiles, caninos, aves y simios, además de seres humanos, son más evidentes que otros, ya que el artista juega con la indefinición.

A veces “hay rostros inacabados que me hubiera encantado completar; sin embargo, la naturaleza no me lo permitió y entendí que no debía concluirlos. La naturaleza impone sus condiciones y uno trata de armonizar con ello. Mi misión e intención como artista es respetar los lineamientos de la naturaleza ”, expresa Peñalta con motivo de la exhibición de El guiño de la Medusa en el vestíbulo del Instituto de Geología de la Universidad Nacional Autónoma de México, para el que fue creada.

Esta pintura, realizada en el peculiar estilo de Peñalta, es su primer encargo público y una de sus obras más grandes, ya que mide 191 por 298 por 1.7 centímetros, y pesa cerca de media tonelada. Colocarlo en el vestíbulo del Instituto de Geología fue toda una hazaña dada la fragilidad de la pieza.

En 2018, Peñalta expuso El alma de las rocas en el Museo de Geología, de la UNAM. “Fue inmediato el clic con los geólogos. Con cantera de cada una de las piezas, el geólogo Juan Carlos Cruz Ocampo realizó un estudio petrográfico y luego obtuvo fotomicrografías que fueron ampliadas y exhibidas en cajas de luz junto a cada pieza del artista. El espectáculo era maravilloso, porque uno podía encontrar gamas de colores, como violetas, azules o rojos, en una roca que se ve gris a simple vista”, apunta Peñalta.

La exposición dejó “muy buen sabor de boca” dado que se logró la coexistencia de ciencia y arte. El entrevistado siente que la conexión de su obra con el espectador es inmediato y alcanza a todo tipo de público: “Empieza a surgir un diálogo con la naturaleza por medio de la roca, que termina siendo monólogo en realidad, en el que uno habla consigo mismo, aunque a través de la naturaleza”. Respecto de la aceptación de los geólogos, Peñalta señala que ellos han visto la roca y sus entrañas durante su vida profesional. Sin embargo, “cuando se dan cuenta del mundo que veo, siento y expreso, en armonía con la naturaleza, la conexión es total”.

Anota: “Mi trabajo de artista consiste en encontrar una armonía con la naturaleza y expresar lo que siento, quiero y deseo, pero, siempre junto a este cocolaborador: la naturaleza”.

Tal vez la etapa más difícil del proceso creativo consistió en buscar y seleccionar la pieza de roca indicada, dadas sus dimensiones. La obra de Peñalta es figurativa, aunque precisa: “Refiguro la abstracción de la naturaleza. La figuración no es tan evidente; uno encuentra todo tipo de formas en diferentes grados”.