Diablos Rojos despertó tarde. Ya al final, pero de qué manera lo hicieron. En la parte baja de la novena entrada, en lo que parecía una paliza de los Piratas de Campeche, los Rojos despegaron con seis carreras que devolvieron la esperanza y la alegría a todos los escarlatas en el estadio Alfredo Harp Helú, aunque no evitaron la derrota, sí se salvaron de una paliza para terminar con pizarra 8-7. Los Rojos perdieron de manera casi heroica.
Por segundo día consecutivo, la novena capitalina fue derrota-da en su casa por Piratas (13-13). Sin embargo, los Diablos (11-15) evitaron una derrota ruinosa cuando parecía imposible.
La épica sucedió en el noveno episodio. El México sólo había anotado una carrera en la primera entrada y no volvió a hacerlo sino hasta el final del partido. Prime-ro Julián Ornelas impulsó a Jesús Sucre, una anotación que parecía sólo la despedida del honor. Pero entonces al lanzador de Piratas Kyle Halbohn vivió un verdadero infierno en el montículo. Se le llenaron las bases y regaló un pasaporte que dio la carrera de caballito de Ornelas. Y ahí empezó la fiesta con Juan Carlos Gamboa, experto en rescatar a Diablos en momentos difíciles, y fiel a su perfil bateó al jardín derecho, un doble productor de tres carreras. Después llegó Emmanuel Ávila y un sencillo que remolcó la anotación de Gamboa. Cayeron con orgullo en la línea.
Antes había sido un sábado espantoso para los lanzadores de los Rojos. No hay mejor plan de fin de semana para los amantes del beisbol que pasar una tarde plácida en el parque de pelota. Excepto si eres un pítcher y los bateado-res te tratan con hostilidad. Entonces es tan atractivo como pasar una temporada en el infierno. Eso justo fue lo que vivió Arturo López, el abridor de los Diablos, quien tuvo una salida infame, ni bien subía al montículo y ya le daban la bienvenida con un imparable y después una carrera. Así, ni salir de casa, seguro pensó el lanzador cuan-do se dirigía a la banca.
Arturo López no tiró ni tres entradas y fue relevado de la lo-ma con sólo dos y dos tercios. Se fue con números nada ilustres, cuatro imparables, una carrera, un error y tres bases por bolas. Al quite llegó Luis Iván Rodríguez. En las salidas recientes, los Pingos vaya que han padecido con los serpentineros.
Pero el montículo de los Diablos fue vapuleado por los bateadores de Piratas que en el quinto rollo les propinaron cinco carreras. El final nadie lo previó. Fue un espectáculo al límite de tiempo.