Para la escultora Claire Becker, “una sociedad que venera los valores del placer, por encima de los valores éticos del respeto y el amor, está destinada a funcionar con las reglas de la violencia organizada”. Francesa de origen, radicada en México desde 1997, Becker exhibe escultura-instalación, que incluye 15 conjuntos escultóricos, con el título La mesa puesta, en la galería del Sistema de Transporte Colectivo estación Tacuba, cuyas vitrinas se encuentran en el pasillo de correspondencia entre las líneas 2 y 7.
La exposición aborda el tema del machismo y sus repercusiones en “la vida diaria de una sociedad cómplice”. Mira hacia la desigualdad de género de manera transversal, con cinco “agravios” que la artista señala por medio de sus obras: “Primero, la supuesta supremacía del ego macho que reduce la contraparte femenina a hembra u objeto; segundo, las religiones que criminalizan a las mujeres hasta el grado de permear el inconsciente colectivo y provocar una culpa irracional.
“Tercero, la educación que promueve la desigualdad y la falta de respeto y vuelve permisible el abuso como medio de afirmación de poder. Cuarto, el peso de la tradición que asimila la desigualdad como normalidad y se resiste al cambio. Y quinto, las heridas que resultan de no entender estos procesos perniciosos y que, invisibles, condicionan el resto de nuestras vidas, al facilitar la transmisión de éstas a nuevas generaciones.”
Según Becker, “la semilla de esta violencia es la creencia errónea de que los seres considerados inferiores sirven para complacer a los seres autodenominados superiores. Así, según los criterios de cada quien, la mujer al hombre, el ciudadano al gobernante, el hermano pequeño al mayor, el animal al humano, por ejemplo. Dicho así, se hace evidente que se han invertido los papeles de la sociedad. Al volvernos conscientes de esta semilla que nos impide reconocer el valor del otro –o el nuestro propio–, podemos hacer el esfuerzo de arrancarla y llenar de amor y compasión el espacio de oscuridad que ocupaba en el corazón, y así participar de un cambio verdadero”.
Las obras expuestas llevan nombres como La manzana de Adán, La herida, La esposada, de la serie Cero tolerancia de tentación, Nuevas geografías de mi ser, y Pendiente: Abuelita Adela, Doña Adela, Adela y Adelita.
Cada obra interpreta desde un punto de vista particular varios de los “agravios” antes mencionados para “sacudir las ideas preconcebidas. En vez de culpables, podemos buscar en nuestros propios patrones de comportamiento cuál es nuestra participación en estos círculos viciosos, sea voluntaria o no. Es decir, las mujeres mismas pueden perpetuar el machismo al desconocer sus mecanismos e implicaciones”, subraya Becker.
La mesa puesta es “una invitación a sentir y reconocer el sufrimiento –dado y recibido–, aunque también a desprenderse de las ideas erróneas adoptadas por la necesidad de pertenecer. Es una invitación a asumir el poder verdadero que todos tenemos, el del amor para todos los seres”, agrega la artista.
La muestra permanecerá hasta el 31 de mayo en el pasillo de correspondencia entre las líneas 2 y 7 de la estación del Metro Tacuba. Hoy, en el lugar de la exhibición, a las 12 horas, se efectuará el conversatorio La reconciliación de lo masculino y lo femenino para lograr la equidad desde la plenitud.