El mundo de la comida, del campo al mercado y a la mesa, representado en la obra artística desde la época prehispánica hasta la chatarra actual, es el protagonista de Festín de los sabores: Banquete mexicano, exposición de casi 300 obras, en su mayoría pinturas, montada en el Museo Nacional de Arte (Munal). Alrededor de 30 por ciento de la obra pertenece al acervo del recinto, mientras la restante proviene de 70 colecciones particulares e institucionales.
En esta muestra, nada solemne, los bodegones, incluso las representaciones de mesas bíblicas, dan pie al final del recorrido a cuadros que reflejan una nueva dieta del mexicano actual, incluidos sopa instantánea y dulces industrializados.
Para María Estela Duarte, curadora de la exhibición, quien trabajó con varios investigadores, una de sus virtudes es que saca de las bodegas obra de artistas cuyos nombres ya no son tan conocidos, a la vez que sus trabajos no habían tenido cabida en las exhibiciones debido a los asuntos que tratan. “Siento que ha pasado un poco de moda abordar otros temas de la Escuela Mexicana, o de sus seguidores; sin embargo, al Munal le toca esa revisión por ser arte moderno en México”, expresa la historiadora del arte.
La exposición se divide en varios núcleos temáticos. Después de una sala introductoria en torno a “Nuestra comida prehispánica”, en la que se impone el maíz, el cuerpo de la muestra se desenvuelve a partir del monumental óleo El pan y el agua (1910), de Ángel Zárraga, que reúne tanto el tema de la pintura como el de la comida. Su “serenidad” contrasta con la “efervescencia” de La Merced, de Gustavo Montoya. Aquí se rescatan nombres de pintores como Luis Sahagún y Alfonso X. Peña, así como el de Luis Albarrán y Pliego, presente con su escultura La costeña.
El Festín de los sabores no es una exhibición cronológica, más bien intercala artistas de diferentes épocas. En el núcleo dedicado a los “Cultivos”, las obras de José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros conviven con la de Pedro Diego Alvarado. La museografía recrea los portales de un mercado tradicional. La sección relativa a los espacios íntimos de la comida (cocinas, alacenas, comedores privados y comunitarios) guarda sorpresas como El almuerzo (1956), óleo temprano de Gilberto Aceves Navarro, que nada tiene que ver con su obra expresionista posterior.
La muestra cuenta con algunos apoyos documentales como “Menús históricos”, por ejemplo, el que José Chávez Morado, Jorge Enciso y Siqueiros diseñaron para una comida ofrecida en 1946 con motivo de los 50 años del ingeniero y coleccionista Marte R. Gómez, en la que todos los artistas invitados le regalaron un retrato.
El final de la exhibición registra el cambio en las costumbres alimenticias: “Ya no vamos al mercado, sino al súper, donde compramos enlatados. En vez de tomar aguas frescas, consumimos refrescos”, apunta Duarte. Aquí los cuadros de comida chatarra de Israel Salinas se hacen compañía con los “helados” de Juan Carlos del Valle.
La exposición finaliza con un montaje escenográfico de Alfredo Marín que recrea la “mesa mexicana”, decorado con muebles y cajas/objeto, estos últimos realizados por el artista.
Festín de sabores: Banquete mexicano permanecerá hasta el 23 de febrero de 2023, en el Museo Nacional de Arte, Tacuba 8, Centro Histórico.