“Hagamos patria” es la directriz del presidente Andrés Manuel López Obrador al impulsar una campaña para que de nueva cuenta México sea autosuficiente en alimentos, como en tantos otros renglones, y deje atrás la fallida consigna neoliberal de “importemos todo y de todo”, práctica que se tradujo en la permanente pérdida de soberanía alimentaria (y productiva en toda actividad económica) hasta convertir a nuestro país y los estómagos de los mexicanos en dependientes de los mercados foráneos. “La enseñanza”, indicó, “es producir lo que consumimos, y hago un llamado a todos”.
En la mañanera de ayer, el mandatario subrayó: “Así como entre todos enfrentamos la pandemia, que entre todos enfrentemos el problema inflacionario, que sí nos afecta mucho y más a la gente humilde, porque se puede estar aumentando el salario, pero si aumenta el precio de la tortilla, pues en el salario vez de ganar poder adquisitivo lo pierde. Por eso yo mido el incremento del salario en función de lo que cuesta la tortilla y sí me preocupa que la tortilla esté cara, sobre todo en las tortillerías. Y también hago un llamado para que no se abuse”.
Sin olvidar que “sin maíz no hay país”, López Obrador convoca “a sembrar maíz y frijol, todos, a la autosuficiencia. Tenemos que impulsar mucho la producción de autoconsumo y para el mercado, la comercial. Vamos a destinar bastante tiempo y recursos a modernizar las plantas de fertilizantes que nos dejaron, y a ver si echamos a andar otras, aprovechando que tenemos contratos de gas, que es materia prima para el fertilizante, y el propósito es producir”.
Pues bien, no puede dejarse de lado que México fue autosuficiente en fertilizantes; en 1982, el Estado contaba con más de 60 plantas de Fertimex, pero el régimen neoliberal alegremente decidió que ellas resultaban “no estratégicas” y las privatizó, en un proceso que llevó cerca de año y medio. Sin embargo, en 1997, ya totalmente la industria en manos de particulares, se suspendió la producción interna y comenzó la importación, a precios inaccesibles para los campesinos. Dos décadas después, los principales consorcios regresaron –destrozados, exprimidos, quebrados, improductivos y recomprados a precio inflado– al rebaño de las paraestatales gracias a… los neoliberales.
Del comparativo utilizado por el Presidente (¿cuántos kilogramos de tortilla compra un salario mínimo?), es necesario recordar que desde hace muchos años tal cotejo lo realiza –por iniciativa de sus académicos e investigadores– el prestigioso Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la UNAM, el cual amplía esa “medición” con otras mercancías de consumo básico, con lo que el deterioro del ingreso se hace más que notable.
Lo anterior, sin olvidar que fue Ernesto Zedillo, como inquilino de Los Pinos, quien, a partir del primer día de 1999, sin más, canceló el subsidio a la tortilla “para beneficiar a los mexicanos”, porque, decía, “con la apertura del mercado y la competencia entre los productores se logrará abatir el precio de este alimento básico en la dieta popular, lo que favorecerá ampliamente a los consumidores (de entonces a la fecha su precio de ha incrementado en cerca de 2 mil 700 por ciento; de ese tamaño ha sido el “beneficio”).
El CAM ha documentado lo siguiente: en enero de 1982, un salario mínimo compraba 51 kilos de tortilla; para el 26 de octubre de 2018 sólo alcanzaba para seis (por Los Pinos habían pasado Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto). Con los incrementos salariales bajo el gobierno de López Obrador, esa proporción creció a ocho, pero por efectos de la pandemia, según ha detallado el mandatario, ahora son siete.
De igual manera, el CAM detalla que al comienzo de 1982, un salario mínimo compraba casi 17 litros de leche; en 2018, sólo 4.4 litros; en el caso del aceite: 7 y 2.8 litros, respectivamente; en pan: 280 y 44 piezas, en cada caso; huevo, de 9 a 3 kilogramos, en el mismo orden; frijol, de 12 a 3.
Las rebanadas del pastel
El gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, anda de novio de Grupo México, del tóxico Germán Larrea. La huelga en Cananea cumplirá 15 años y nadie mueve un pelo. Eso sí, el mandatario estatal siente mariposas en el estómago cuando ve a Xavier García de Quevedo, vicepresidente ejecutivo del corporativo, a quien un día sí y el siguiente también amorosamente recibe en su despacho de Hermosillo.