En el libro El gen deportivo (Ediciones Urano, 2014), David Epstein describe un estudio realizado en las Grandes Ligas donde revela que los bateadores poseen una mejor visión que el promedio y eso les permite captar las señales de anticipación necesarias para golpear la pelota a gran velocidad. Incluso son capaces de leer en fracciones de segundo la rotación de una bola a partir de las costuras que pueden transformarse en un punto rojo.
“Nunca me han hecho un estudio de la vista, todo ha sido instintivo y por el trabajo de toda una vida”, cuenta el toletero de Diablos Rojos, Juan Carlos Gamboa (Los Mochis, 1991).
“Sí llegas a ver la rotación de la pelota en algunos lanzamientos en un punto rojo por las costuras que te ayudan a adelantarte con la reacción. Pero no siempre pasa. Tienes que tomar en cuenta los conteos del picheo. Eso es importante”.
No tenía ni tres años cuando ya jugaba con los Tiburoncitos de la Liga Ahome en Los Mochis, Sinaloa. Desde entonces ha estado en el diamante, porque considera que nació con una facultad que sólo comparte la gente del beisbol.
“Uno nace con el don, pero como profesional lo perfeccionas. No basta el talento, tienes que pulirlo. Se necesita una habilidad de nacimiento, sin la cual no puedes jugar”.
Además de facultades innatas que favorecen el desarrollo de un pelotero, existen otras herramientas que van a determinar su éxito. Entre ellas el manejo de estrés.
Haper Gamboa ha estado en varias ocasiones en el plato con el futuro del equipo a cuestas. En 2014, cuando Diablos Rojos ganó su último campeonato, y el domingo pasado para desempatar en la última entrada, manejó esa presión que ha reventado a varios jugadores.
“Uno tiene que aprender a mentalizarse, hay que controlar la adrenalina, tratar de manejar la situación. Uno llega a cumplir su función con lo que está en sus manos y eso es todo.”
Desde niño, Gamboa soñaba con ganar un partido de forma épica. Como cualquier pequeño se imaginaba un juego empatado y batear un jonrón que le diera la victoria a su equipo. Lo hizo realidad en 2014 para darle el campeonato de liga a los Diablos Rojos, en la última entrada ante Pericos de Puebla en el Foro Sol. Y como si tratara de revivirlo, el domingo lo hizo de nuevo en el encuentro entre escarlatas y poblanos, ahora en el estadio Alfredo Harp Helú en duelo de tempora-da regular.
La tarde calurosa del domingo, en la novena entrada parte baja, dos outs, dos strikes y un hombre en base. La escena era perfecta para volver a soñar como en 2014. Sobre los hombros de Haper Gamboa pesaba la responsabilidad de la recuperación de los Pingos. Y pegó un jonrón que voló sobre la cerca derecha y el estadio escarlata enloqueció.
“Me volvieron los recuerdos de aquel campeonato en 2014”, recuerda Gamboa; “aquello fue histórico, fue la última carrera, el último hit, el último jonrón en la última entrada de la despedida de un estadio, el Foro Sol. Y eso regresó a mi memoria ayer cuando conseguí el batazo de la victoria”.
Gamboa se siente privilegiado por lo que ha vivido. No sólo por dedicarse al beisbol, sino porque ha tenido experiencias que pocos peloteros consiguen. Sólo una minoría hace historia en el diamante. Como ha dicho, lo suyo es un sueño que vive desde pequeño.