Para apachurrar un poco nuestro chovinismo cinematográfico, este año hay que buscar con lupa la participación mexicana en el Festival de Cannes. Ya se ha reportado que la compañía Piano es coproductora de la reciente película de sueco Ruben Östlund, Triángulo de la tristeza. Lo cual no quiere decir que el asunto tenga algo de mexicano en términos artísticos.
En la competencia oficial de cortos está la costarricense Luz nocturna, de Kim Torres que, si bien es de dicho país, estudió guion en el Centro de Capacitación Cinematográfica, de donde salió también la fotógrafa mexicana Melissa Nocetti.
Y, como ya es tradicional, la Semana de la Crítica ofrece una velada de cuatro cortos mexicanos que se estrenaron en el pasado festival de Morelia.
Párenle de contar. Esta vez no hay títulos nacionales ni en la sección Cannes Classics, que solía incluir alguna restauración de nuestro cine de antaño (algún Buñuel, por ejemplo).
Por otra parte, el certamen se supone debe estar festejando su edición 75. Si bien, la selección de la competencia ostenta nombres cumplidores que dejan albergar esperanzas de una buena cosecha, la sección oficial está retacada de títulos, como si se quisiera estrangular a las rivales: la Quincena de los Realizadores y la Semana de la Crítica. Ciertamente, las películas más esperadas son las novedades del canadiense David Cronenberg, la francesa Claire Denis, el japonés Hirokazu Koreeda, el rumano Cristian Mungiu, el sudcoreano Park Chan-wook, los hermanos belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne y la estadunidense Kelly Reichardt… entre otros.
Mientras tanto, los cambios que se hicieron el año pasado en nombre de la pandemia y de la ecología han seguido privando al festival de sus características estimables. Sigue sin editarse el catálogo oficial. Los casilleros de la prensa ya desaparecieron para siempre, por lo visto. Así como las computadoras de uso gratuito en la sala de prensa.
Quizá lo más desastroso de la nueva organización es el apartado de boletos en un sitio web que se desploma a cada rato, por saturación, seguramente. Y es que conseguir boletos para los primeros días es una misión imposible, título que viene a cuento porque Tom Cruise será la figura protagónica del festival con el estreno de Top Gun: Maverick, que ya ha tenido funciones de prensa en nuestro propio país, sin provocar otra reacción que suponer su superioridad a la original (qué chiste, el churro de Tony Scott –el hermano tonto de Ridley– era un petardo militarista).
Y por si pensaban que la pandemia del covid era una cosa del pasado, un servidor cayó infectado en camino a Cannes, con lo cual reportaré –mientras dure mi cuarentena– desde lejitos. Sin poder ver películas, desde luego. Lo cual es una posición extraña, pero qué se le va a hacer. Los dioses de la peste han hablado.
Twitter: @walyder